Entre los años 2010 y 2016, prácticamente se han triplicado los casos de injurias y calumnias por medios de comunicación social que han llegado hasta los tribunales, pasando de 173 en 2010 a 532 en 2015. Así, de las 2.456 causas que se han tramitado en los juzgados en sólo 47 oportunidades se ha dictado sentencia condenatoria, es decir, el 2%. 252 procesos han sido absueltos y en otras 932 oportunidades se optó por aplicar el sobreseimiento definitivo.

Así lo revelan las cifras del Tablero Penal del Poder Judicial, que dan cuenta del aumento de este tipo de causas que llegan hasta sede penal. Esta figura es una acción privada que se inicia por una querella y corresponde al querellante presentar las pruebas ante el juzgado de garantía. El Ministerio Público no participa en estos procesos.

En otros delitos como los robos con violencia, según cifras del mismo sitio estadístico, en 2015 fueron resueltos por los juzgados 8.005 casos, en los que hubo 3.575 condenados, lo que equivale al 44%. Sin embargo, en estos procesos participa la fiscalía con una persecución objetiva a través de evidencias. En cambio, en las causas de injurias, el magistrado debe tener mayor grado de convicción, dado que son conflictos entre privados, por lo que debe tener acreditada la intención de insultar. Es por esto, según explicó un magistrado de la Corte Suprema, es que hay bajo nivel de condenados.

Visión de expertos

Existen diversas miradas que podrían explicar el sostenido incremento en este tipo de acciones. Según el ministro del máximo tribunal, Manuel Valderrama, "a mi juicio, han aumentado (las causas) por cuanto las víctimas se atreven a querellarse en contra de las personas que incurren en estas conductas que, a su juicio, los afectan de forma personal. Antes no lo hacían. Ahora, como el sistema permite mayor rapidez, se ha producido un aumento. A mi juicio, la gente estimaba antes que este proceso era muy engorroso".

En tanto, para Daniel Halpern, periodista e investigador de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, en esta tendencia han jugado un rol clave las redes sociales: "Antes, toda opinión, idea que se pudiese expresar de forma pública necesariamente tenía que pasar por un periodista o medio de comunicación. Con las redes sociales uno tiene la idea de que es un medio anónimo. Como la gente aún no entiende que lo que sale ahí aparece su nombre y tienen consecuencias sus acciones".

Añadió que uno de los elementos que podrían incidir en el fenómeno es la tecnología, ya que "hoy la gente está diciendo lo que piensa, en vez de pensar lo que dice. Porque es casi como en anonimato. Entonces, yo llego, vi una noticia, vi algo que no me pareció, me emocioné y lo quiero comunicar inmediatamente, sin pensarlo siquiera. Y ¿qué es lo que tiene a la mano? El teléfono. Y el teléfono, en el fondo, me permite decir las cosas inmediatamente sin ningún tipo de filtro, y no veo las consecuencias que puedan llegar a pasar".

El uso de esta acción legal también genera reparos. Así lo plantea Pablo Viollier, analista de Políticas Públicas de la ONG Derechos Digitales, quien considera que "la utilización de la querella de injurias puede, eventualmente, tener consecuencias graves respecto del derecho a la libertad de expresión. En ese sentido, el agravante que contiene el artículo 418 del Código Penal, en lo referido a que el delito se puede agravar cuando es con publicidad, nosotros creemos que no responde a los tiempos modernos".

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