"Caminando sola/ Por ciudad extraña/ Qué será de nuestra/ Catalina Parra", escribía en 1944 el autor de Poemas & antipoemas. Estaba en EEUU, haciendo un posgrado en la Browne University y recordaba con nostalgia a su hija, de cuatro años. Aunque era él quien estaba lejos, Nicanor Parra vaticinó con esos versos el carácter errante de su primogénita, quien ha pasado su vida entre Alemania, Suiza, EEUU, Argentina y Chile.
Primero llegó a Alemania, en 1968, donde se formó como artista, luego de que su padre la hiciera desistir de los estudios formales. "Le dije que quería estudiar Bellas Artes en la universidad. Me dijo: 'Estás loca, ¿acaso yo fui a algún lado a que me enseñaran a escribir poemas?'. Entonces decidí aprender de la vida nomás", recuerda hoy la artista visual de 70 años.
En Alemania se empapó de el arte experimental de artistas como Beuys y Heartfield, y de la contingencia del momento: la guerra de Vietnam, el movimiento de Mayo del 68 en Francia y el anarquismo en Berlín moldearon su obra marcada por la política, pero también por la publicidad y los medios de comunicación. Cuando llegó a EEUU, Catalina Parra tenía una obra sólida, que la hizo entrar directo al MoMa de Nueva York.
Hoy, tras nueve años sin exponer en Chile, la artista radicada en Nueva York vuelve para mostrar su trabajo más reciente, inspirado en problemas sociales y políticos de Argentina, donde fue agregada cultural para el gobierno de Ricardo Lagos, entre 2000 y 2005. "En esos años no tuve tiempo para hacer obras, pero ahora lo retomé con una serie inspirada en Buenos Aires. Hacer obras es la forma de apoderarme delos lugares. Me gusta caminar por la ciudad, tomar fotos, leer los diarios. Me interesa todo lo que pasa", dice.
En la muestra, que se abre el próximo lunes en la galería D21 y donde comparte espacio con el argentino Leandro Katz, Parra reúne 12 collages, que mezclan fotos, radiografías, recortes de revistas y prensa. Los temas: las inundaciones que afectan a Buenos Aires todos los inviernos, la gente que duerme en las calles, el tango, el fútbol, las protestas o hechos puntuales como la muerte de 194 personas en el incendio de la discoteca Cromañón, en 2004.
Las obras tienen en común el uso de costuras en hilo rojo, un recurso que Parra utiliza desde la serie Imbunches, que expuso en 1977 en galería Epoca y que aludía al régimen de Pinochet. "Más que un recurso, es un discurso filosófico, es intentar reconstruir, remendar la historia y la memoria", dice.
En esos años, la artista compartió con Eugenio Dittborn, Raúl Zurita y Enrique Lihn. Al mismo tiempo que participó en Manuscritos, la revista que duró un solo número, liderada por Ronald Kay y Cristián Huneeus. "Fue un período muy activo, nos juntábamos todos a discutir y escribir catálogos. También en la vida diaria, hacíamos colas para comprar arroz y aceite, por el desabastecimiento, éramos muy amigos", recuerda.
En los 80 recibe la beca Guggenheim y se va a Nueva York, donde haría su intervención pública más famosa. Auspiciada por la organización Public Art Fund, logró exhibir en un letrero luminoso de Time Square la frase: USA: donde la libertad es una estatua. "No tuve problemas porque el dueño del letrero interpretó esta frase como algo patriota, muy positivo", cuenta la artista. El texto era un artefacto de Nicanor Parra, quien viajó a Nueva York especialmente para verlo prenderse. Quedó fascinado.
"Me crié en una casa que pasaba llena de intelectuales, esa fue la mejor universidad. Mi padre ha sido una gran influencia, tenemos una relación sensacional. Ahora vengo a verlo para su cumpleaños y traerle regalos de sus nietos. También quiero ver la película sobre mi tía Violeta. Vengo recién llegando", dice.
CATALINA PARRA
Nace en 1940. Vive en Alemania entre 1968 y 1972. Vuelve a Chile y en los 80, gracias a una beca Guggenheim, se va a Nueva York, donde vive hoy . Ha expuesto en galerías y museos de EEUU, Suiza, Alemania, Francia y Sudáfrica.