Catalina Stevens Jara se va a ir de su casa. Tiene apenas 15 años, pero tiene todo listo para dejar a sus padres y comenzar su vida. Desde Valdivia, el destino la quiere poner en Miami. Seguirá el camino que le traza una pelota anaranjada, tal como hiciera con su hermana, Ziomara Morrison Jara, la más exitosa de la historia de Chile.
El paso es duro e irreversible, pero su madre, María Cristina Jara, dice que "la idea es que cumpla sus sueños".
Catalina Stevens, nacida el 20 de marzo de 1999, del segundo matrimonio de su madre con el sicólogo Marcelo Stevens, fue una de las figuras del reciente Sudamericano Sub 15, en Venezuela, donde resultó segunda anotadora de la Roja y la mejor reboteadora del campeonato.
Logros que se suman a una carrera larga, pese a su edad. Por estos días, y sin descanso desde el Sudamericano, disputa los Juegos Binacionales, en Temuco, representando a la Región de Los Ríos.
Los inicios
Cuando su hermana Ziomara, 11 años mayor que ella, partía en el baloncesto, toda la familia la acompañaba a entrenamientos y partidos, incluída la pequeña Catalina. "Iba con mamadera, lo recuerdo bien", rememora su madre.
Cuando el grupo familiar se fue de Santiago a Valdivia, en 2004, la hermanita de Ziomara Morrison se integro a la rama mini de Universidad Austral. Tenía cinco o seis años y no paró más. Menos aún siguiendo a lo lejos la carrera internacional de su hermana mayor. "La U Austral fue mi base y como siempre fui de la más altas, Zio me daba consejos de cómo aprovechar mi altura", relata Stevens.
Ziomara Morrison comenta que le ha enseñado mucho. "Todo lo que he podido, siempre que tengo la oportunidad de verla le doy consejos", apunta. Catalina, siempre que puede, pide la camiseta 11, la misma que usaba Ziomara en el inicio de su carrera.
La jugadora del Besiktas asegura que su hermana menor tiene potencial "para todo". Y agrega: "Creo que es muy joven, tiene mucho talento y ganas, que es fundamental. De ella dependerá hasta dónde quiere llegar. Uno de sus puntos más fuertes es la lectura de juego", dice desde Turquía.
Coincide con Morrison el entrenador de las selecciones nacionales, el español Ricardo González: "Catalina es una jugadora muy inteligente, con talento para anotar, muy buena reboteadora. Doce por partido en el Sudamericano, y sobre todo muy buena pasadora, una virtud fantástica en las jugadoras altas como ella".
A los 15 años, Stevens mide un metro y 80 centímetros. "Creció de puro querer ser como su hermana, aunque mi marido y yo somos altos también. Es alta, aunque su estado físico debe trabajarlo más. En Chile los entrenamientos son tres veces a la semana, no es como en otras partes, como en Estados Unidos que entrenan todos los días", comenta su madre.
Tiene razón, pero eso se solucionará muy pronto, pues el padre de Samantha Vega, una compañera de la Selección Sub 15 que vive en Miami, le consiguió una beca para estudiar en la misma preparatoria que su hija, Doral Academy. También vivirá en su casa. "Jugar afuera es mi sueño, así que acepté sin pensar. Eso sí, no quiero dejar los estudios de lado, quiero formarme en medicina", dice la deportista.
El cambio será importante y en Estados Unidos tal vez tome un nuevo rumbo. Para el coach González, "Catalina debe evolucionar a posiciones más exteriores. Tiene que acabar jugando de cuatro abierta o de tres/cuatro".
La partida será pronto. "Espero que sea después de fin de año", dice la mamá de Catalina, quien ya vio partir un día a Ziomara: "Se va. Igual que su hermana. Para nosotros, los padres, lo más importante es que cumplan las aspiraciones que tengan. Será un beneficio para todos, que se vaya potenciando el básquetbol en Chile, que ella sea un aporte a la Selección".