Es 1714, Barcelona, las tropas borbónicas entran a una ciudad que acaba de capitular tras 14 meses de sitio: se avecina la victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión, quedarán abolidas las instituciones catalanas y empezarán 300 años de tensiones nacionalistas.
A las 17:14 hora local, no por casualidad, los independentistas catalanes celebran la efeméride, "la Diada". Quieren tomar las calles de Barcelona para hacer una demostración de fuerza de cara a la consulta de autodeterminación del próximo 9 de noviembre.
Lo hacen, además, con un ojo puesto en Reino Unido. Este año la Diada llega en vísperas del referendo sobre la independencia de Escocia, una convocatoria similar a la catalana.
Similar, aunque diferente, pues los niveles de autonomía de los que disfruta Cataluña en la actualidad son mucho mayores que los escoceses.
Y, sobre todo, la actitud de Londres y Madrid ha sido diametralmente opuestas: las autoridades españolas consideran ilegal la consulta catalana y rechazan su celebración.
"EL ERROR DE NEGAR EL VOTO"
El gobierno español insiste en la ilegalidad de la consulta según las leyes y la Constitución, pero el presidente de Cataluña, el nacionalista Artur Mas, no da un paso atrás.
Su empeño es que los catalanes respondan en las urnas la pregunta: "¿Quiere que Cataluña sea un estado? Y en caso afirmativo, ¿quiere que ese estado sea independiente?"
"Silenciar la voz de un pueblo que quiere hablar es un error. Negar el voto a quien ve en las urnas la solución y no el problema es un error doble", dijo Mas en un mensaje institucional grabado con motivo de la celebración de la Diada.
Según Mas, los catalanes "no quieren imponer una decisión, quieren ser escuchados, quieren hablar, quieren votar y quieren llegar a buenos acuerdos para todo el mundo".
El presidente recalcó que este año, el 11 de septiembre es "especial y diferente" por conmemorarse el tricentenario de la caída de Barcelona.
Ese día, dijo, el "absolutismo homogeneizador" que ganó la Guerra de Sucesión intentó "aniquilar" la identidad catalana.
"Conmemorar es, pues, recordar que somos un país que quiere hacer bien las cosas, que quiere hacerlas debatiendo, contrastando ideas y opiniones, y finalmente decidir de manera democrática, votando", dijo.
"Este es el aprendizaje de lo que representaba la sociedad catalana de hace tres siglos y es lo que algunos ahora no quieren que recordemos".
"NO HABRÁ INDEPENDENCIA"
En los sondeos, una clara mayoría de los catalanes, unos tres cuartos, se muestra a favor de celebrar la consulta.
Además, el apoyo a la independencia se ha disparado desde que empezó la actual crisis económica en España. Las encuestas dicen que ronda el 50%.
Para el antiindependentismo, se trata de algo coyuntural, una respuesta cortoplacista a los problemas económicos que vive el país.
Así, pese a que el resultado no sería vinculante, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, insiste en rechazar incluso su celebración.
"No habrá independencia de ningún territorio español y no habrá consulta en Cataluña mientras yo sea presidente", prometió Rajoy en una entrevista en televisión en enero.
Según dijo el miércoles el presidente, que haya gobernantes "que amenacen con incumplir la ley o con hacer una declaración unilateral de independencia", es lo que genera problemas políticos y dificultades en los mercados.
"Si quieren ustedes que no haya problemas, lo que tienen que hacer es decir: 'No vamos a convocar un referéndum ilegal'. Y ya verá usted como no habrá entonces ningún problema en ningún mercado", le respondió Rajoy a un diputado catalanista.
MIRANDO A ESCOCIA
La actitud de Rajoy –y su interpretación del ordenamiento jurídico español– contrasta ciertamente con la que los escoceses se encontraron en Londres.
Y eso, como le dijo Mas a la BBC en una reciente entrevista, genera incluso "un poco de envidia".
"Lo que nos gustaría es tener un acuerdo con las instituciones centrales de España y organizar una consulta de acuerdo con el gobierno", dijo.
"Me gustaría estar lidiando con la mentalidad británica. Si tienes una nación, Escocia o Cataluña, con una mayoría de la población pidiendo un referéndum, una verdadera democracia. Qué tienes que hacer, sentarte en la mesa, hablarlo, llegar a acuerdos y dejar que la gente vote".
Inevitablemente, el soberanismo catalán está muy pendiente de lo que pase en Escocia, una zona que quiere ser independiente sin abandonar la Unión Europea.
Aunque Mas ha dicho que una victoria del "Sí" en Escocia favorecería las opciones de la consulta catalana, también ha reconocido que no serviría de nada sin un reconocimiento internacional.
En cualquier caso, durante su entrevista con la BBC –hecha antes del despegue del "Sí" escocés en las encuestas– prefirió no vincular su suerte a la de los británicos.
"Hay similitudes entre Escocia y Cataluña, pero también diferencias. Ambos países tienen suficiente personalidad incluso desde el punto de vista político como para seguir su propio camino".