"Si nos instalamos acá fue porque no teníamos otra alternativa", afirma con pesar, pero con cierto orgullo, la dirigenta del Campamento Nueva Esperanza, María Gálvez (23). El asentamiento, emplazado de forma irregular en unos terrenos privados detrás de la Cárcel Colina II, comenzó a levantarse hace seis meses con una veintena de familias provenientes principalmente de otros campamentos del sector. Hoy, ya hay más de 80 casas construidas con materiales livianos, sin alcantarillado, conectados "a la mala" a los postes de luz del lugar y ocupando un canal de regadío como única fuente de agua cercana para bañar a los niños y lavar la loza.
"No nos gusta vivir así, pero es la necesidad. Muchos llegaron porque perdieron sus trabajos, aunque la gran mayoría son extranjeros que no tienen la (visa) permanente para que les hagan un contrato", relata la mujer que vive con dos hijos pequeños en una mediagua.
Según el último catastro de campamentos de la ONG Techo-Chile, tanto la cantidad de campamentos como de familias viviendo en ellos no para de crecer. Sólo en 2017 se registraron 87 nuevas tomas, de las cuales 50 fueron creadas en el último año, para sumar un total de 702 asentamientos irregulares repartidos entre las regiones de Arica y Aysén.
Pero es el número de familias en estos lugares lo que más preocupa a la organización. De hecho, estas han crecido un 41% en la última década, y alcanzan las 40.541, una cifra récord para este período (ver infografía).
"Las familias en campamentos vienen aumentando sistemáticamente, pero lo más preocupante es que a pesar de todos los esfuerzos que ha hecho el Ministerio de Vivienda (Minvu) por erradicarlos, por cada dos familias que logran salir, entran tres más", afirma el director social de Techo-Chile, Gonzalo Rodríguez. "Ha faltado una solución integral con más viviendas destinadas, sino también el trabajo intersectorial de otros ministerios, como Salud, Educación y Desarrollo Social, para evitar que a las familias no les quede otra opción que irse a los campamentos", agrega.
Si bien el número de familias en las tomas es considerablemente más alto en las regiones de Valparaíso y Biobío, es en el Norte Grande donde el fenómeno ha aumentado de forma exponencial. "Sólo en Antofagasta ellas han aumentado un 400% en los últimos seis años. Pero las entradas de familias son altas también en Iquique, Alto Hospicio y Copiapó, y tiene que ver con el alto valor del precio del suelo, que hace subir el precio de los arriendos", explica Rodríguez.
Soluciones
El Programa de Campamentos del Ministerio de Vivienda, cuyo objetivo es entregar soluciones habitacionales a las familias que allí viven, trabaja en base a un catastro creado en el año 2011, cuando en el país se contabilizaban 657 tomas y 31.158 núcleos familiares entre Arica a Magallanes.
Según el jefe de la División de Política Habitacional (DPH) de la cartera, José Luis Sepúlveda, "a pesar de este aumento registrado, existe una importante disminución de las familias que estaban catastradas en 2011, y al analizar los casos en detalle, en la gran mayoría de las regiones hay un equilibrio entre las que entran y las que salen de campamentos, excepto en el Norte Grande".
Sepúlveda agrega que "para estas regiones estamos desarrollando, después de varios años, importantes proyectos de vivienda social, en grandes paños de terrenos facilitados por el Ministerio de Bienes Nacionales, para sectores vul- nerables y medios (...). Con esto esperamos que en los próximos años las personas prefieran postular a los subsidios de la política habitacional regular antes que irse a vivir a campamentos". Asimismo, añadió que para 2018 pretenden "superar la meta de más de nueve mil viviendas entregadas o en construcción destinadas a familias del catastro".
No obstante, esta metodología es criticada. "Se está dejando fuera una parte importante de personas que llegaron a vivir a esta realidad después de 2011", afirma el director de Techo-Chile.
Para la investigadora del Instituto Libertad y Desarrollo y coordinadora programática del ámbito Ciudad del comando del ex Presidente Sebastián Piñera, Paulina Henoch, "es necesario rehacer el catastro y priorizar nuevos recursos. Si hoy vemos que el indicador empeoró, quiere decir que algo se ha hecho mal y que se debe cambiar la metodología". Henoch agrega que "se debe poner el foco en las causas que hacen que las personas lleguen a campamentos y en esto la desaceleración económica, el desempleo y también la migración tienen mucho que ver".
Al respecto, el presidente del Consejo de Desarrollo Urbano, Luis Eduardo Bresciani, señala que "la alternativa del campamento y también del allegamiento responde a la demanda de vivir en sectores mejor localizados al interior de la ciudad. En ese sentido, creo que hay dos iniciativas exitosas que se están implementando: la radicación de las tomas en los mismos terrenos donde están emplazados, en los lugares que es posible, y los proyectos de integración social que incluyen viviendas para sectores medios y vulnerables, en las que entran familias de campamentos".