A casi tres semanas del aluvión en el norte del país, de a poco algunas personas comienzan a retomar sus trabajos en medio del caos sanitario que se esparce por las calles de Copiapó. Junto a montañas de barro y olor a alcantarillado, varios son los comerciantes que instalaron sus puestos en las calles y decidieron retornar a lo que llaman "la normalidad".
Ese es el caso de Washington Muñoz, quien instaló su negocio de venta de fruta en la vía pública de la capital de Atacama. A pesar de que está consciente que su entorno no es 100% salubre, explica que no tiene otra opción. "Trabajo hace cuatro años en la calle Chañarcillo, que está en el centro de la ciudad. Es cierto que ahora el barro ha traído más moscas, pero también necesito trabajar para vivir", se lamenta.
El vendedor enfatiza que igual aconseja a sus clientes que laven la fruta que le compran con agua y cloro antes de consumirlas "para evitar que se enfermen".
Los locales de comida rápida que comenzaron a funcionar desde la semana pasada, también han tenido que convivir con el problema de moscas, malos olores e incluso palomas dentro de sus negocios. "No me parece que sea muy bueno comer aquí en el centro. Al final, todo está lleno de tierra y uno no sabe qué componentes puede tener eso", dice Sandra Castro, vecina de Copiapó.
Según la seremi de Salud de Atacama, Brunilda González, los locales que se encuentren en la zona más crítica -donde el alcantarillado se encuentre colapsado y la empresa sanitaria está realizando trabajos- no tienen autorización de abrir. Además, aquellos lugares de venta de alimentos que no están directamente emplazados en la zona crítica "deben evitar la contaminación cruzada por el traslado que realizan los peatones en lugares que sí pueden estar contaminados".
En cuanto al almacenamiento de los alimentos, la seremi aclara que "debe darse en lugares protegidos y bodegas que deben ser recintos cerrados, secos y bien ventilados".
El polvo en suspensión que se levanta por el barro apozado y cada vez más seco también ha significado una oportunidad de negocios para otras personas que, producto de la destrucción del aluvión, se quedaron sin fuente laboral. "Trabajo en una faena minera, pero como por ahora no tengo trabajo, comencé a vender mascarillas por la gran cantidad de polvo que hay en las calles. Y me va súper bien, vendo como 500 mascarillas diarias", asegura Carlos Gutiérrez. Lo malo, agrega, "es que el olor que hay en estos momentos en las calles no es el típico olor a desagüe", haciendo eco de las sospechas de la comunidad sobre desechos mineros mezclados con material de las alcantarilladas colapsadas.
Alcantarillados
Según explicó Brunilda González, el gobierno está trabajando en recuperar en el menor plazo posible el sistema de alcantarillado. "Copiapó llegó estar colapsada en un 80% y hoy tenemos recuperado casi el 45% del alcantarillado ya dañado", sostiene.
Según el informe de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (Siss), al día de ayer los sistemas de tratamiento y disposición de aguas servidas aún no están operativas o deficientes en Diego de Almagro, Salado, Chañaral y Copiapó. En esta última se han dispuesto 32 camiones limpiafosas en el día y siete de noche para evitar que las aguas servidas vuelvan a aflorar en la vía pública o en casas.
Pese a los esfuerzos, y con el tiempo en contra ante el latente riesgo sanitario y la dimensión de la catástrofe, la propia Siss ha llamado a empresas proveedoras de servicios sanitarios de otros puntos del país a colaborar con maquinaria en la limpieza de alcantarillado en Copiapó.b