"Cecilia, Allende está muerto", le dijo un artista amigo, luego de tocarle varias veces la puerta de su apartamento en el barrio oeste de Londres. Cecilia Vicuña estaba hace un año en la ciudad inglesa, estudiando pintura becada por el British Council. Esa noche no pudo dormir. "Era horroroso. Me quedé toda la noche pintando a Chile convertido en desierto, con un acantilado desde el que cae una gran gota de sangre al mar. Fue una premonición de lo que vendría", dice la artista.
Tras 40 años, la pintura se exhibe por primera vez, desde mañana, en el Museo de la Memoria. No será lo único. La artista, que en los 60 creó la Tribu No, junto a Claudio Bertoni, y que llenó de hojas de otoño el Bellas Artes, reedita ahora una muestra que fue un mito por décadas: Vicuña formó en 1974, con tres artistas amigos, la organización Artists for Democracy (AFD), reuniendo 326 obras de arte. La idea era que fuesen rematadas y el dinero enviado en apoyo a lo quedaba de la UP. Había obras de Roberto Matta, Sol LeWitt, Julio Cortázar, John Dugger y Claes Oldenburg. Sin embargo, la AFD se disolvió. "Se hizo una gran muestra en Trafalgar Square, pero luego todo se deshizo por el ego de algunos artistas y porque muchos pensaban que había que apoyar al MIR. Yo siempre estuve por la no violencia", dice Vicuña.
Gracias a la investigación de la curadora Paulina Varas, la artista descubrió ahora que más de 100 de esas obras fueron donadas en esos años al Museo de la Solidaridad, por el crítico de arte Carl Breet, uno de los miembros de la AFD. La muestra exhibirá fotografías de las obras que ahora pertenecen al museo, además de registro audiovisual e imágenes de la exposición de 1974 en Londres. Una de las obras de John Dugger se exhibirá en el hall del Museo de Bellas Artes. Además, Vicuña realizó la instalación sonora Quipu de los lamentos, dedicada a los detenidos desaparecidos, y reconstruye su Ruca abstracta de 1974, que incluye la obra Los ojos de Allende.
Radicada desde los años 80 en Nueva York, Cecilia Vicuña fue una artista que siempre incomodó a la escena más tradicional del arte local. Su trabajo ha sido un secreto a voces en Chile, a pesar de que sus obras se han exhibido en el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid y el ICA de Londres. Hace unas semanas lanzó por Catalonia el libro El zen surado ($ 12.900), un volumen de poesía erótica escrito en 1972, que por primera vez se edita en Chile. "Tenía un contrato con Editorial Universitaria para publicarlo ese mismo año, pero nunca se hizo. El libro igual circuló, lo leyeron Raúl Zurita y Juan Luis Martínez. Les encantó. A este país siempre le ha costado aceptar la libertad de la mujer; el que hablemos sin tapujos de lo que nos pasa les asusta. Esa ha sido mi historia con Chile, nunca se me ha permitido ser totalmente libre aquí", dice Vicuña.