Charlie Hebdo, un semanario irreverente que vivía amenazado por sus caricaturas de Mahoma

A pesar de haber sido atacada ya en 2011 con cócteles molotov, la publicación se mantuvo fiel a su línea de conducta y aseguraba no ser un enemigo del Islam.




El semanario satírico de izquierda francés Charlie Hebdo, objeto este miércoles de un devastador atentado con armas  automáticas, reivindicaba su lado provocador y era blanco constante de amenazas desde que en 2006 publicó caricaturas de Mahoma que indignaron al mundo  islámico. 

Tras la publicación de las controvertidas caricaturas del profeta inicialmente difundidas por la revista danesa Jyllands-Posten, la redacción de Charlie Hebdo vivía asediada.

"Había amenazas permanentes desde la publicación de las caricaturas de  Mahoma", dijo el abogado del semanario Richard Malka tras el ataque del  miércoles por desconocidos que abrieron fuego con armas automáticas y que costó  la vida a varias de las figuras más famosas de la redacción, incluyendo Cabu,  Charb, Wolinski y Tignous.

"Hace ocho años que vivíamos bajo amenazas, estábamos protegidos pero no hay nada que se pueda hacer contra unos bárbaros que irrumpen con kalachnikov",  agregó el letrado. "Es un semanario que no ha hecho más que defender la  libertad de expresión, o simplemente la libertad", agregó.

La última edición de la revista que salió este mismo miércoles incluye en la portada una caricatura del escritor Michel Houellebecq, autor de la polémica novela "Sumisión" publicada el mismo día y que imagina a una Francia islamizada.

"En 2015 pierdo mis dientes, en 2022 Hago el Ramadán", dice la caricatura  del escritor en la portada de Charlie Hebdo, cuyos números se agotaron en los  quioscos inmediatamente después del atentado que dejó a Francia en estado de  conmoción. Otra caricatura hace decir al novelista: "En 2036, el Estado  islámico entrará en Europa".

Tras la difusión en 2011 de un número que se burlaba de la sharia o ley  islámica, un atentado con cócteles molotov incendió parte de la sede del  semanario en el distrito 11 del este de París. Bajo amenazas permanentes

A pesar de ello, Charlie Hebdo se mantuvo fiel a su línea de conducta y  aseguraba no ser un enemigo del Islam. "Hay provocación como lo hacemos semana  tras semana, pero no más contra el Islam que con otros temas", aseguró en 2012  después del atentado incendiario su director de publicación Charb, que murió en  el ataque del miércoles.

Tras el primer atentado de 2011 Charb y otros miembros de la redacción  vivían bajo protección policial y su sede era objeto de custodia por la policía  francesa.     

"Preveíamos lo peor, y el ministerio del Interior había evaluado las  amenazas a tal nivel que vivíamos bajo protección permanente pero no fue  suficiente", dijo el abogado Richard Malka.

Equivalente en Francia de la revista argentina "Humor" o de la española "El  Jueves" Charlie Hebdo fue fundada en 1970, cuando tomó el relevo de "Hara  Kiri", semanario que reivindicaba su tono "tonto y malvado", fundado por  Cavanna -fallecido el año pasado- y Georges Bernier. 

La línea inicial era anticlerical y denunciaba el orden burgués, pero  buscaba ante todo hacer reír a sus lectores con un humor corrosivo implacable.

En 1970, mezclando el drama en una discoteca en el que murieron 146  personas con la muerte de Charles De Gaulle, el semanario tituló "Baile trágico  en Colombey (la localidad donde murió el general): un muerto". El gobierno  prohibió de inmediato la difusión de Hara Kiri.

La redacción optó entonces por una nueva fórmula editorial que combinaba  cómics con rúbricas parecidas a las de Hara Kiri pero bajo el nuevo título  Charlie Hebdo, en referencia a Charlie Brown, el Carlitos de los Peanuts, la  famosa tira cómica norteamericana de Charles Schulz.  

A partir de entonces, cultivó una línea editorial irreverente desde una  óptica de izquierda radical forjada durante la presidencioa de  Valéry Giscard  d'Estaing (centroderecha, 1974-81).

En su larga historia le llovieron juicios por difamación. Las demandas de  la Iglesia, empresarios, ministros o famosos que eran blanco permanente de sus  sátiras terminan por derribar a un semanario que en 1981, año de la elección  del socialista François Mitterrand, había perdido muchos lectores.

Pasaron 11 años antes de que Charlie Hebdo vuelva a publicarse en 1992.  Desde entonces el semanario abrió sus columnas a los mejores dibujantes  irreverentes de Francia, de  Wolinski a Cabu, muertos ambos en el atentado.

El número de 2006 que había reproducido las caricaturas de la prensa danesa  había alcanzado un récord de ventas de 400.000 ejemplares. Hasta el día del  atentado, el semanario que padecía dificultades financieras, publicaba  semanalmente unos 30.000 ejemplares.

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