La calle Cuarta del centro histórico de Charlottesville se sumerge sorpresivamente en silencio, a solo pasos del paseo peatonal de un pueblo que es una rareza definida por el progresismo en un estado conservador, el de Virginia, donde los recuerdos de la derrota en la guerra civil de Estados Unidos en el siglo XIX aún están frescos.
Al doblar la esquina desde la peatonal East Main Street, hacia la callecita empinada que baja hacia las líneas férreas, sin árboles, flanqueada por muros planos que impiden cualquier escapatoria, golpean fuertes las imágenes concretas en video, y la imaginación en vivo y en directo, del sábado 12 de agosto, cuando James Fields, de 20 años, dirigió su auto Dodge Challenger contra una multitud de manifestantes pacíficos que se oponían a la llegada al pueblo de cientos de supremacistas blancos, varios admiradores de Adolf Hitler. El atropello, que lanzó por los aires e hirió a 19 personas, cobró la vida de la joven de 32 años Heather Heyer, técnica en Derecho. La comunidad ha llenado el sitio exacto en que la profesional murió con flores, osos de peluche y mensajes de solidaridad y contra el odio racial. La calle permanece en silencio, todo el mundo susurra.
Junto con el aliento de Heather Heyer, el joven nazi Field extinguió también una frontera moral que ha impactado enormemente a la sociedad estadounidense en una semana afiebrada: el rol del Presidente Donald Trump ante una de las tragedias más graves de la tensión racial de las últimas décadas. Lo que ha impactado a la sociedad de este país, en todo el espectro político, desde la derecha republicana a la centroizquierda demócrata, al empresariado y a la clase política, a los artistas y a las iglesias del país, es la posición, primero ambigua y luego totalmente abierta del mandatario, de relatividad moral al no responsabilizar de forma clara e inequívoca a los grupos neonazis y supremacistas blancos que protagonizaron los disturbios raciales en Charlottesville, de 49 mil habitantes.
Viernes 11 de agosto
Todo comenzó cuando un numeroso grupo de supremacistas blancos, organizaciones simpatizantes del nazismo y activistas antisemitas se reunieron en el campus de la Universidad de Virginia.
En teoría, estos grupos se habían organizado para protestar contra la remoción de una enorme estatua dedicada al general Robert Lee, quien luchó contra el gobierno federal a favor del sur esclavista, durante la Guerra Civil (1861-1865). Llegaron al campus con antorchas en sus manos y gritando consignas como "¡los judíos no nos reemplazarán!" o "¡sangre y tierra!", el histórico eslogan nazi de supremacía.
Sábado 12
Ese día se conoció el atropello intencional de Fields que muchos sectores consideran un caso de terrorismo. Trump evitó identificar a los grupos supremacistas blancos como responsables de la violencia. "Condenamos en los términos más fuertes este indignante despliegue de odio, intolerancia y violencia de todos los sectores", dijo. Tras una pausa, reiteró la frase "de todos los sectores" desde Bedminster, su lugar de vacaciones en Nueva Jersey. La frase "todos los sectores", donde parecía igualar a víctimas y victimarios, detonó la fuerte crisis política de esta semana.
Domingo 13
Destacados líderes del Partido Republicano criticaron fuertemente la ambigüedad de los términos en que Trump se había expresado el sábado. El senador republicano de Colorado, Cory Gardner, tuiteó: "Señor Presidente: debemos llamar la maldad por su nombre. Estos eran supremacistas blancos y esto fue terrorismo interno". El senador Marco Rubio dijo por Twitter que "no hay nada patriótico sobre los nazis, el KKK o los supremacistas blancos. Es totalmente lo contrario a lo que EE.UU. busca ser".
David Duke, líder supremacista de varios grupos presentes en Charlottesville, consideró a Trump demasiado tibio a través de Twitter: "Mírate bien al espejo y recuerda que fueron los estadounidenses blancos los que te pusieron en la Presidencia, no los radicales de izquierda", apuntó.
Lunes 14
Tras tensas horas, finalmente Trump respondió a las presiones y apareció ante las cámaras. En una declaración de tono mecánico, breve, sin aceptar preguntas y leída con teleprompter, Trump cedió: "El racismo es el mal. Y aquellos que causaron violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo los KKK, los neonazis y los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes frente a todo lo que valoramos como estadounidenses".
Trump recuperó el control comunicacional y pareció apaciguar un debate que venía creciendo peligrosamente contra su ya bajísima aprobación en las encuestas (la más baja de la historia, con casi un 30%, y bordeando ya el 60% de reprobación).
Martes 15
Pero el martes vino la hecatombe. En lo que pareció el "verdadero Trump", liberado del guión leído el lunes, el Presidente republicano protagonizó una de las conferencias de prensa más perjudiciales para su Presidencia, desde su torre en Nueva York. Borrando lo dicho el lunes, volvió a relativizar el rol de los nazistas y supremacistas blancos, justificando la violencia como una reacción a la remoción de los monumentos del sur esclavista, e igualando a los manifestantes que se opusieron a los supremacistas y nazistas.
La reacción de cientos de líderes nacionales de su partido y de la oposición llegó como una oleada gigantesca. Varios ejecutivos de las principales compañías de EE.UU. (Intel, Under Armour, Pepsi, Merck, General Motors, Walmart, JPMorgan, entre otras) renunciaron en pocas horas a los comités empresariales de la Presidencia, que eran el orgullo de Trump.
El congresista y líder de la Cámara, el republicano Paul Ryan, dijo que "debemos ser claros. El supremacismo blanco es repulsivo. Esta intolerancia es contraria a todo lo que este país cree. No puede haber ambigüedad moral".
Susan Bro, madre de Heyer, afirmó que no hablará con Trump y no responderá sus llamadas telefónicas.
Miércoles 16
En el funeral de Heather Heyer, efectuado a solo pasos del lugar en que fue asesinada, su madre dijo que "la última publicación en Facebook de mi niña decía: 'Si tú no estás indignado, entonces no estás poniendo atención'", a propósito del racismo y la intolerancia que invade actualmente a la sociedad de EE.UU. Su madre agregó que "intentaron matar a mi niña para silenciarla. Bien, ¿saben que?", dijo para referirse a continuación a los supremacistas blancos y neonazis: "¡Ustedes solo la amplificaron!".