Nicolás Maduro, secundado por un Evo Morales al borde de las lágrimas y con un ramo de flores en su mano izquierda, camina bajo un sol intenso en Caracas. El heredero político de Hugo Chávez lidera a una masa chavista que salió al centro de la capital venezolana para acompañar los restos de su Comandante desde el Hospital Militar hasta la Academia Militar. "¡Maduro, el pueblo está contigo!", le gritan. Y Maduro devuelve los saludos con su puño en alto. Se le ve triste. Apenas un minuto después, la camioneta que lleva el ataúd de Chávez atraviesa la Avenida de las Fuerzas Armadas y es en ese momento cuando los fieles seguidores del fallecido presidente -hombres, mujeres y niños- estallan en lágrimas, como en una suerte de "trance bolivariano".
La muerte del "Presidente Comandante" les pegó duro a los chavistas. Como otras veces, algunos creían que su líder, de apenas 58 años, se recuperaría y vencería el cáncer. Algunos incluso pensaban que en algún momento retomaría su programa Aló, Presidente desde su lecho de enfermo. "¡Chávez no se va! ¡La lucha seguirá" fue el grito de guerra del multitudinario cortejo fúnebre. Hay banderas venezolanas, figuras en miniatura de Chávez, pósters, flores, la constitución bolivariana en miniatura y cientos de motoristas que se cuelan como hormigas entre la multitud. Y miles de poleras "rojas rojitas".
"Ay, mi Dios. Chávez es nuestro segundo libertador", dice Ana María, que bajó temprano desde la barriada 23 de Enero -el corazón del chavismo en Caracas- para despedirse de su líder. Giavira Pereira, de unos 30 años, también quiere dar su testimonio, en un día que califica de "histórico": "Chávez era el padre para todos nosotros. Fue un gran líder y lo estamos acompañando hasta sus últimos días". Giavira se emociona al hablar y se larga a llorar. Está desconsolada. Su hija, Haidée Martínez, de 15 años, intenta tranquilizarla y se confiesa: "Chávez para mí fue felicidad. No entiendo muy bien por qué murió. En verdad es muy doloroso para mí. Yo adoro a Chávez".
Otras mujeres apenas ven el ataúd de su líder, cubierto con la bandera venezolana, se desmayan. También hay ataques de histeria durante un recorrido fúnebre sin precedentes en Venezuela. Más atrás, en la larga columna, José Muñoz, acompañado de su hija de ocho años y un pequeño de seis, lleva un crucifijo con una imagen de Chávez: "Estoy muy triste y conmovido. Pero tenemos que seguir pa elante y demostrar que Chávez, ahora que partió, va a ser más grande que nunca. Hay que alcanzar todos los logros que él tenía pensado. Le vamos a demostrar al pueblo y al mundo que Chávez sigue con nosotros".
José cuenta que sus hijos "querían venir a ver a Chávez". "Yo voy a seguir pa elante como mi Presidente, Hugo Chávez Frías", dice la niña, mientras que su hermano agrega, con una sonrisa en su rostro: "Chávez es mi mejor presidente". Luego esta familia agita unas banderas y se pierde entre la multitud. "Para nosotros es un segundo libertador", sostiene Giadira Hernández. "Llegó a los sectores más necesitados, a la gente pobre le ayudó a convertirse en universitario; incorporó a los viejitos con sus pensiones; nos dio sueldos; él fue un líder y no tengo más palabras. Es emocionante, de verdad que dejó un legado y ahora se va a demostrar", concluye esta mujer de 29 años, una de las tantas que ha "ayudado" a elevar el mito del Comandante.
Cuando comienza a caer la tarde, Chávez llega al Panteón Nacional ubicado justo al frente de la Academia Militar. Entonces, el grito de guerra cambia: "¡Chávez al panteón. Junto con Simón!". Ahí, desde un altoparlante, el gobierno aprovecha de repasar los principales momentos de su vida, como su paso por el Ejército, el fallido golpe de 1992, su ascenso al poder en 1998 y, por cierto, su muerte. El lugar es de un alto simbolismo, porque fue en esa Academia Militar donde Chávez llegó en 1971 para convertirse en teniente coronel.
"Descansa junto a tu abuela Rosa Inés (la mujer que lo crió). Chávez no ha muerto", concluye la presentadora de la transmisión oficial del cortejo fúnebre, tras siete horas, ocho kilómetros de recorrido y al final del día más triste para el chavismo.
Por la noche, en la capilla ardiente y con el féretro abierto, Cristina K, Evo y Pepe Mujica hacen la guardia de honor. Luego, el turno de los cuatro hijos de Chávez, en un momento que conmovió a muchos venezolanos.