"¿Y tu otra mitad, Joselo?", le preguntó ayer, en tono de broma, el canciller Alfredo Moreno a su ex par peruano José Antonio García Belaunde, tras estrecharse la mano en el salón principal de la Academia de Derecho Internacional de La Haya. "Tú empezaste antes la dieta", le respondió García, antes de que Moreno saludara al agente limeño Allan Wagner, los ex ministros de RR.EE. Eduardo Ferrero y Manuel Rodríguez Cuadros, y al abogado de ese país Alain Pelet.

Faltaban 10 minutos para las 15 horas de ayer en Holanda y, tal como ocurrió el lunes pasado cuando Perú inició sus alegatos por el juicio limítrofe ante la CIJ, las frases amables duraron poco. El presidente de la corte, Peter Tomka, fue breve para dar la palabra al agente chileno, Alberto van Klaveren, quien tras destacar que Chile ha tenido 130 años de paz con Perú y que ambos países han "trabajado en conjunto en varias ocasiones", asumió inmediatamente un tono más duro, criticando la poca "transparencia" peruana.

El tenor de los dichos del agente había sido decidido tras escuchar los alegatos de lunes y martes de Perú, cuyos abogados acusaron a Santiago de "distorsionar la realidad" y "camuflar" mapas fronterizos.

La línea argumental desplegada ayer apuntó a demostrar la validez de los tratados de límites marítimos del 52 y 54, cuestionados por Lima. Para ello hubo dos cursos de acción. Primero, detallar los documentos y actas de las reuniones en que se negociaron, que dan cuenta del sentido de los acuerdos. Segundo, apuntar a las contradicciones de ese país. "Perú entiende que si hay un acuerdo previo, no tiene sentido mostrar esta causa", fue una de las frases finales del australiano James Crawford, litigante estrella de Chile.

Así, tras Van Klaveren -quien después recibió varias felicitaciones - habló el francés Pierre-Marie Dupuy. Empezó mencionando el artículo publicado en 1994 por el litigante peruano Rodman Bundy, texto en el que reconocía que el paralelo es la frontera de Chile y Perú. El aludido -al otro extremo del salón- sólo tomó nota, mientras el presidente de la corte lo miraba y levantaba sus cejas.

Con toga roja, histriónico y recurriendo a inflexiones de voz y silencios, Dupuy también acusó a Lima de modificar sus argumentos entre los textos entregados al tribunal y los alegatos. "Hay un vals de dudas peruanas", espetó.

En todo caso, la ofensiva limeña de inicio de semana también incidió en otro cambio en el diseño chileno: tras Dupuy habló el norteamericano David Colson, quien originalmente intervendría hoy. Colson abordó el método del "trace parallele", vale decir, seguir el paralelo desde la costa para delimitar el mar territorial (ver pág. 5). Este demuestra que las zonas en el Pacífico de ambos países no se sobreponen. La presentación fue incluida para responder al alegato que hizo Bundy el lunes sobre la necesidad de una línea equidistante, y al francés Pelet sobre la fórmula de "arcos" para fijar la frontera.

El cierre chileno estuvo a cargo de Crawford (ver pág. 4), quien hizo un extenso repaso de las decisiones oficiales de ambos países para fundamentar los acuerdos de 1952 y 1954.

Con toga negra y un estilo que ya es sello propio ante el tribunal -ironías varias y casi descargando su peso en el estra-do-, el profesor de Cambridge mencionó declaraciones de Lima y acusó a Perú de "eliminar" partes de textos oficiales en las traducciones entregadas a la corte.

"Hay una tendencia a corregir las pruebas que hay", sostuvo Crawford, quien, además, criticó las alusiones del equipo limeño al fallo de Nicaragua-Colombia de hace un mes. Dicha sentencia fue criticada por Bogotá y motejada de "salomónica" en Santiago. Ayer, Crawford subrayó que la corte "tiene claro" que hay una diferencia fundamental con dicha causa: ahí no había un tratado marítimo.