En Perú, una de las principales amenazas para el cóndor es su captura para el festival del Yawar Fiesta (fiesta de sangre) que se celebra en varias localidades y durante todo el año en ese país. En la celebración, el cóndor es amarrado a un toro, quien intenta librarse a toda costa de sus ataques. Si el ave muere, el ritual se transforma en una tragedia, porque simboliza la llegada de calamidades a toda la comunidad.
"Este problema no existe en Chile, sin embargo, hemos discutido que una de las principales amenazas que enfrenta la especie es el envenenamiento de carroñas, cacería y pérdida del hábitat. A pesar de esto existe un vacío de información al respecto, que debemos estudiar para cuantificar cuál es la amenaza real para la población en Chile", explica el biólogo Víctor Escobar, quien participó en el Taller Regional para la Conservación de esta especie que se realizó este mes en Lima, Perú.
En la cumbre, que recibió a expertos de todos los países donde habita esta ave, se compartió información científica para diseñar un mapa con las áreas prioritarias de conservación, el que se dará a conocer este año.
¿Cuántos existen?
Escobar, quien asistió al encuentro en representación de la Corporación de Amigos del Cóndor, señala que actualizar este tipo de información, como la distribución y cantidad de ejemplares, podría permitir que la especie pase de la categoría mundial "cercana a la amenaza" a "amenazada", al interior de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
A nivel nacional, explica que la especie está en una condición vulnerable en la Zona Norte y Central y fuera de peligro en el sur, aunque allí hay amenazas latentes, como la muerte por plomo.
Escobar agrega que en Chile no se ha realizado ningún estudio que determine una cifra exacta de cóndores. Sólo se han elaborado censos parciales que dan cuenta de unos 300 ejemplares en la Zona Central.
La cumbre fue promovida por organismos de gobierno del Perú y la ONG Wildlife Conservation Society (WCS), organización que ha establecido áreas prioritarias para otras especies de vida silvestre amenazadas en el mundo, como el elefante asiático, el chimpancé y el jaguar.
Rob Wallace, quien pertenece a la filial boliviana del organismo y quien participó activamente en el encuentro, explica que el objetivo del trabajo, entre otros, fue "identificar los lugares que cada país considera más importante para la conservación de la especie en el futuro", dice.
Hoy se encuentran sistematizando la información para enviar el primer borrador de las conclusiones a los participantes.
Amenazas locales
Entre los peligros a nivel nacional figuran, por ejemplo, la intoxicación por plomo que genera una muerte silenciosa, y en el largo plazo, del animal. Este problema se ha reportado especialmente en la Patagonia, donde existe una población estimada de 100 cóndores.
Este tipo de intoxicación tiene su origen cuando el ave se come los perdigones de plomo de animales muertos por cacería, que luego contaminan su torrente sanguíneo.
En la Zona Central del país, el peligro lo representan las carroñas envenenadas para eliminar perros salvajes y el relleno sanitario que existe en la localidad de Montenegro al norte de Santiago.
Víctor Escobar cuenta que esta situación es compleja, porque el vertedero se construyó "justo en una ruta de tránsito histórica de la especie, que es el cordón de Chacabuco. Ellos siempre han volado por ahí", afirma.
Cecilia Agüero, directora de Desarrollo Corporativo de KDM, empresa dueña del relleno sanitario Lomas del Colorado, al que hace referencia Escobar, señala que a raíz de un incidente con cóndores que ingirieron desperdicios en el relleno, en 2005, se encargó un estudio que, entre otras conclusiones, advirtió que el relleno implicaba un riesgo por la eventual ingesta de bolsas.
Tras el incidente, la empresa adoptó medidas para ahuyentar las aves, habilitó comederos alejados del relleno y puso en operaciones el Programa de Conservación del Cóndor Andino.
"Desde esa fecha, ha disminuido la presencia de cóndores que lleguen al frente de trabajo y no se han registrado intoxicaciones en las aves", afirma Agüero.
En algún momento, recuerda, se utilizó la técnica de tronadura para alejarlos de la zona, pero se vio que no era efectivo. Por eso hoy cuentan con una persona que cumple con la labor de espantarlos y se está evaluando la incorporación de un perro amaestrado.
Los comederos no sólo buscan evitar que coman de la basura, sino que también tienen el fin de proveerles de alimentación entre julio y diciembre de cada año, período en que la comida escasea para estas aves.
"Durante el período de funcionamiento del comedero, pueden llegar hasta 150 cóndores diarios que se alimentan y luego vuelven a la cordillera", concluye.