"En sus poco más de 200 años de existencia, 97 terremotos de magnitud 7° o más han azotado Chile, 18 de ellos considerados altamente destructivos (magnitud 8°)", dice el informe Hacia un Chile resiliente frente a desastres: una oportunidad, entregado en diciembre pasado a la Presidenta Michelle Bachelet.
Según el reporte, los terremotos son las amenazas de mayor costo si no se adopta una estrategia para enfrentarlos. El costo anual promedio estimado para catástrofes es de US$ 2.838 millones, que corresponde a la pérdida anual que se espera en el largo plazo. De la cifra, US$ 2.396 millones, el 84,4%, corresponden a sismos.
Rodrigo Cienfuegos, investigador del Cigiden, parte de la comisión que redactó el texto, dice que el objetivo fue generar un plan para enfrentar estas catástrofes. "La propuesta es un plan a 20 años, que ha continuado con el apoyo de Corfo para diseñar un instituto tecnológico público para articular mejor los esfuerzos", dice.
La sismicidad de Chile no se refleja solo en los grandes eventos de estos últimos 200 años, sino que también a nivel global. Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional (CSN), explica que hay estudios que dicen que Chile liberó el 35% de la energía sísmica de todo el planeta en el siglo pasado, hecho empujado por el terremoto de Valdivia de 1960.
Agrega que en lo que va de este siglo el país está en los rankings internacionales con el terremoto de 2010, pero todavía superado por los eventos de Japón (2011) y Sumatra (2004).
Recurrencia en duda
Tras el fuerte temblor del lunes, que anotó 6,9° Richter, se sumaron 220 réplicas y anoche, a las 20.58, en Valparaíso, un nuevo temblor registró III grados en la escala de Mercalli. ¿Pero, cuándo podría ocurrir un nuevo evento? Hoy no existe la ciencia para predecirlo, pero se ha intentado a través de la recurrencia histórica. En la zona central, que ha estado muy activa esta semana, con un sismo 6,9° de magnitud, el promedio es de 80 años.
Barrientos explica que registros señalan que los sismos de magnitud 8° o superior fueron en 1647, 1739, 1822, 1906 y 1985: "El promedio de 80 años se podría usar para predecir cuándo ocurría el próximo, pero la estadística es tan pobre, tiene tan pocos datos, que es endeble".
Por ejemplo, en 1985, los científicos del Servicio Geológico de EE.UU. prepararon un experimento de predicción sísmica en Parkfield, California. El objetivo era registrar un sismo de magnitud 6° en uno de los segmentos de la Falla de San Andrés, el que se produciría antes de 1993, pues habían observado que éstos se sucedían cada 21 años. Pero el esperado sismo llegó recién en 2004, 11 años más tarde, explica Pablo Ampuero, profesor de sismología del Instituto de Tecnología de California (Caltech).
"Parecía clarísimo lo que iba a ocurrir, pero no pasó. A veces esos patrones que parecen muy regulares no persisten más de tres a cuatro ciclos y esa es la frustración en la ciencia sismológica, es que estamos intentando observar fenómenos que tienen un ciclo de recurrencia muy largo, entonces tendríamos que haberlos registrado por miles de años para tener una estadística muy robusta", dice el experto tras ser consultado si la recurrencia de terremotos en la zona central podría generar un terremoto.
Paulina González, ingeniera sísmica de la U. de Santiago, agrega que, en efecto, nuestra historia sísmica es reciente, "sólo desde 1575 hay documentos de una secuencia en la zona, por eso, si se ve el tiempo entre uno y otro, está ese promedio", dice.
Para la experta, hoy "estamos en la mitad de un terremoto de magnitud mayor. Por ejemplo, entre el terremoto de 1906 y 1985, están los de 1965 y 1971, con magnitud mayor de 7°, pero que no superaron los 7,5°. Son los que ocurren en el interperíodo". Y si bien no se puede descartar que ocurra otro mayor, dice, el sismo del lunes sería de interperíodo.
Marco Cisternas, profesor de la Escuela de Ciencias del Mar de la U. Católica de Valparaíso, señala que no se puede decir que cada 80 años en promedio ocurra un terremoto, porque hay eventos desconocidos y otros que podrían tener otro origen. "Cuando empezamos a estudiar escritos antiguos, fuimos a España a buscar y encontramos un nuevo terremoto en 1580 que había sido más grande que el de 1575, y eso inmediatamente cambia la idea de que cada 80 años ocurren los terremotos", dice.
Además de la recurrencia histórica, existen dudas sobre el patrón de sismos previos a un terremoto. Cisternas explica que el de 2010 no tuvo actividad previa, a diferencia del de 1985. Pero recuerda que en otros años, como en 2003, hubo actividad y no pasó nada, porque la intensidad de los eventos fue disminuyendo.
Para Cisternas hay tres escenarios: que no ocurra nada, como en 2003; lo que pasó en 1985, que se generó uno de magnitud 8°, o incluso, como peor escenario, lo que pasó en 1730 en Valparaíso y la zona central, que hubo un gran terremoto, de magnitud 9°. Explica que aún "hay un espacio que queda frente a Valparaíso, Quintero, que no ha roto desde 1985".
Jorge Quezada, geólogo y académico de la U. de Concepción, explica que frente a Valparaíso está la dorsal de Juan Fernández, formada por montes de volcanes extintos, que actúa como una "aspereza" en el contacto entre placas, lo que traba la zona. Sobre la posibilidad de un evento mayor, dice que no se ven muchas probabilidades. "Que esas asperezas sean capaces de detonar una ruptura lateral en esa zona es poco probable. Al sur ya se rompió el 27 de febrero de 2010 y en norte, con el de Illapel en 2015, entonces por los costados ya hay energía que se liberó. No se descarta, pero en caso de que viniera, no sería de más de 8°", estima.