Chile 4: C. Bravo 2; M. Isla 3, G. Medel 4 (89', E. Roco -), G. Jara 4, J. Beausejour 5 (59', E. Puch 4); Ch. Aránguiz 5, M. Díaz 5, A. Vidal 6 (89', P. Hernández -); J. P. Fuenzalida 4, E. Vargas 6, A. Sánchez 6. DT: J. A. Pizzi 4.
Panamá 2: J. Penedo 5; A. Machado 3, H. Cumming 4, R. Miller 4, L. Henríquez 4; G. Gómez 4, A. Henríquez 4, M. Camargo 5, A. Quintero 4 (70', R. Buitrago 4); L. Tejada 3 (46', G. Torres 4), R. Nurse 3 (46', A. Arroyo 5). DT: H.D. Gómez 4
Goles: 0-1, 5', Camargo saca desde distancia un remate bajo y al centro. Bravo se ubica mal y falla como un principiante; 1-1, 15', Vargas aprovecha el rebote que da el arquero Penedo a remate de Sánchez y anota con arco descubierto; 2-1, 41', Vargas cabecea un centro perfecto de Beausejour; 3-1, 50', Alexis define con una volea al ángulo, tras pase de Vargas; 3-2, 75', Buitrago cebecea muy débil y a las manos de Bravo, que se equivoca de forma imperdonable; 4-2, 89', Sánchez vence al porero con un cabezazo a contrapié, tras centro de Fuenzalida.
Árbitro: Roddy Zambrano (ECU) 5. Amonestó a Cummings, Camargo y Hernández(P); Isla (C).
Lincoln Financial Field. Asistieron 20.260 mil personas.
Lo mínimo era llegar a cuartos de final de la Copa América Centenario. Lo básico que se le debe exigir al actual campeón. A Chile le bastaba un empate, pero terminó ganando. Sin hacer un gran partido, con los mismos ripios de funcionamiento que ha mostrado en los últimos partidos, pero con tres nombres que entendieron el escenario. De la mano de Sánchez, Vidal y Vargas, la Roja venció con justicia a Panamá por 4-2 y se instaló en la siguiente ronda del torneo, donde ya esperaba México.
La selección nacional se transformó en una escuadra impredecible. Ése es uno de los grandes pecados de la era Pizzi. Ya no es confiable. Tiene luces de buen fútbol y, a la vez, golpes de oscuridad que matan a cualquiera. Pierde demasiadas pelotas en la salida, por ejemplo. Ni siquiera Marcelo Díaz es total garantía de un pase siempre limpio. Y con esos yerros, el sufrimiento llega seguro. Tarde o temprano.
Un balón regalado, a cinco minutos de iniciado el partido, llegó a los pies de Miguel Camargo. Y el volante, casi por cumplir, le pegó desde lejos. Claudio Bravo, confirmando una Copa para el olvido, se comió el gol completito. La celebración canalera se clavó en el corazón de la Roja y, seguramente, en el de su entrenador, quien a esa altura ya demostraba su nerviosismo ante las cámaras.
Chile, increíblemente, se veía poco agresivo, lejos de lo que acostumbran sus jugadores. Tuvo que anotar Camargo para que el campeón de América despertara. O más bien para que sus individualidades se metieran en el juego. Sánchez y Vidal, seguramente con el honor muy herido, asumieron la responsabilidad. Fueron en auxilio de su técnico. Recordaron su cartel de futbolistas de élite mundial.
Contaron, además, con la complicidad brillante del talismán de esta Selección: Eduardo Vargas. El ariete, como en los tiempos de Sampaoli (quizás imaginando al casildense a un costado de la cancha), sacó toda la estirpe goleadora que muestra con esta camiseta. A los 15' estaba en el lugar preciso para aprovechar el rebote que dejó el arquero, ante un remate bajo de Alexis. Y a los 43', como el nueve de área que tanto busca Pizzi, se elevó para cabecear el 2-1.
Resultado justo a esa hora, no tanto por la contundencia colectiva del Equipo de Todos, pero sí por la enorme diferencia individual de sus figuras. El meta panameño, de hecho, antes ya había salvado con excelencia una cabezazo de Vidal. Ni siquiera la ventaja, eso sí, ayudó a calmar las pulsaciones con el pitazo del descanso, puesto que en el centro del campo Jara y Sánchez casi se fueron a los combos, de no ser por la intervención del Rey Arturo y de Gary Medel.
El delantero del Arsenal le reclamaba a Jara las pelotas perdidas y sus descuidos en la marca. Sus quejas tenían razón, en todo caso, aunque el desacomodo defensivo fue en toda la línea defensiva.
El empate ya era suficiente para avanzar a cuartos de final. El triunfo parcial, por ende, era ideal. Había que ir por algo más, sin embargo, por el golpe de gracia. Y ese premio llegó con dos jugadas extraordinarias. La primera de Vargas, quien eludió a dos rivales, y la segunda de Alexis, que fusiló a Penedo con una volea sobresaliente. El mejor gol de la Copa Centenario, quizás.
El gol se reencontró con los delanteros y con la Roja en general. Se extrañaba. La clasificación, en el papel y en la práctica, parecía asegurada. Pero reapareció otro de los problemas graves de este proceso: el relajo. El técnico sacó a Beausejour para cuidarlo de una suspensión por amarillas, como señal de aquí está todo resuelto. Y ya tenía listo el ingreso de Roco para retirar a Medel con el mismo argumento. No contaba el DT con un nuevo fallo infantil de Bravo, ante el cabezazo de Buitrago.
Panamá se encontró con el descuento y se ilusionó en los minutos de finales. Con un Bravo temeroso y visiblemente afectado, además. El miedo de ese Chile impredecible se instaló de nuevo.
No había tiempo para sorpresas, eso sí. Ni tiempo ni fútbol de los rivales. Menos con la última pincelada del Niño Maravilla, para el 4-2 (89'). Chile cumple con su primer objetivo, con más dudas que certezas, pero con la esperanza viva. Ésa que le regalan figuras de la talla de Vidal, Sánchez y Vargas (cuando juega de rojo).