Gol de oro, literal. Tal cual. La bocha adelantada por Ignacio Vial y rematada, a boca de gol, por Mario Silva pega en uno de los mimbres, se pasea por la línea y, cuando el grito de gol se ahogaba, caprichosa, pasa al fondo de la cancha, ante la mirada impotente del cuarteto de Estados Unidos. La pelota pasaba atrás, donde el palenque chileno comenzaba una celebración inolvidable.
Se sellaba un 12-11 indeleble, para que Chile consiguiera su segundo título mundial de polo. Ahora, la historia dice que está a una corona de Brasil y a dos de Argentina.
Chile, en el podio de la historia del polo de mediano hándicap. La Roja es potencia de este deporte.
Antes del partido, al que llegaron unas 10 mil personas, que repletaron las tribunas del Club de Polo y Equitación San Critóbal, los jugadores chilenos sabían que Estados Unidos sería aún más difícil que cualquiera de los rivales ya superados: Inglaterra, Pakistán y Brasil.
Los norteamericanos habían mostrado el mejor polo del campeonato, por lejos, con un Felipe Viana imparable, y que ayer tuvo la enorme ayuda de Jesse Bray, implacable al enfrentar la meta rival. Eran los más visibles, pero, por lejos y antes de cierto cansancio, los posibles verdugos del cuarteto local.
Pero también sería un día de nervios en el equipo norteamericano. Iniciando el duelo, se pierden dos goles cantados, algo inédito en los partidos previos del torneo. Estados Unidos abrió la cuenta igual, apelando a la marca personal y a más de un caballazo bien puesto.
En Chile, nervios también. Y reclamos que pasan a ser penales: los visitantes alcanzaron a estar 3-0 arriba.
Esperanza aún había. Era temprano en el encuentro, pese a que Bray no perdonaba en la primera mitad del duelo. Así, en el tercer chukker el marcardor decía 5-1 para los azules, gracias a una contra imparable de Viana.
Fue en el cuarto parcial, que se iniciaba 5-2 abajo, que Chile revivió. Diez mil almas coreando ceacheís aportaban a la emoción, y encaminaron un parcial donde se anotaron cinco tantos, cuatro de ellos para Chile, dos fundamentales de Silva, para igualar a 5 y para poner un parcial 6-5. La primera vez que los nacionales se ponían arriba.
Marito, de 16 años, el jugador más joven del torneo, ni se imaginaba que no sería su jugada más recordada.
En el quinto chukker, otra vez se fue encima Estados Unidos. Otra vez, Brey y Viana pasaban por arriba de los de camiseta roja. Por los costados, con toques suaves, con pases largos, con finas jugadas. Sacaron más de un aplauso. El 9-7 era remontable, pero complicado para los dirigidos por Alejandro Vial y Martín Zegers.
Pero se pudo.
De la manera más infartante, porque Felipe Vercellino logró igualar a 11 goles, cuando el reloj marcaba seis minutos y 59 segundos. Se juegan siete por chukker.
Perder el tiempo extra (con sistema de gol de oro) hubiera sido un desperdicio tras tanto sacrificio. Pero durante todo el duelo y durante todo el campeonato, en rigor, los nacionales no supieron aprovechar los trough in, cuando la bocha se pone en juego. Esta vez no fue la excepción, pero todo terminaría bien para Chile: el remate final de Silva pasaba la línea de gol con una calma exasperante. El grito de gol demoró unos segundos, pero durará tres años más, cuando la Roja de polo salga nuevamente a defender el título mundial, el segundo de su historia, esta vez ganado de local.