Debieron caminar 415 kilómetros, tirando trineos cargados de alimentos y equipos de escalada y campamento. Cruzaron glaciares, cadenas montañosas y sortearon grietas para alcanzar los 3.693 metros del monte Gunnbjørn, el más alto del Artico, emplazado en la costa este de Groenlandia.
El equipo, liderado por el navegante y explorador chileno Cristián Donoso, junto al montañista Pablo Besser y el documentalista alemán Tim Frank, replicó una hazaña hecha por primera vez en 1935.
"Antes de 2014, todas mis expediciones polares las había realizado en la Antártica. Hace tiempo tenía interés en incursionar en las zonas polares al norte del mundo", dice Donoso, que con esta travesía se convierte en el primer chileno en realizar expediciones de largo aliento en ambos polos.
Cristián Donoso en la cima del monte Gunnbjorn.
GRIETAS Y OSOS POLARES
El equipo nunca había compartido una expedición y a Frank lo conocieron en este viaje, donde vivieron situaciones extremas, como caídas a grietas, pendientes de hielo y la amenaza de encuentros con osos polares.
"El cuarto día de la expedición, caminábamos con esquís por la parte alta de un glaciar. Yo iba abriendo huella por un campo de grietas semiocultas bajo la nieve y mis compañeros me seguían", cuenta el explorador.
Las grietas abiertas se tapan con nieve durante el invierno y las hace invisibles. "La nieve arrastrada por el viento se va pegando en los bordes de la grieta y luego engrosando con más nieve, formando verdaderos puentes que, por lo general, soportan el peso de una persona. Sin embargo, a veces con las altas temperaturas del verano comienzan a derretirse desde abajo y se adelgazan lo suficiente como para que una persona los haga colapsar si se para sobre ellos", agrega.
Le pasó tres veces. "Mientras pasaba por una grieta, de pronto vi que el piso de nieve desaparecía bajo mi cuerpo, cayendo en un inmenso abismo. Las puntas de mis esquís quedaron por algunos centímetros apoyadas en el borde, por lo que no caí. Estaba como parado en el aire sobre la tabla de esquí". Terminó cayendo y salió con ayuda de sus compañeros.
La segunda caída fue cerca de la cumbre de la montaña. "También un puente de nieve que cedió y caí en una grieta enorme, que se hacía más grande hacia abajo, como un embudo invertido. La tercera en la que caí estaba llena de agua. Quedé con mis dos pies y piernas sumergidos".
Los expedicionarios a pocos metros de hacer cumbre.
IMPORTANCIA CIENTÍFICA
En una época en la que parece que todo está descubierto y donde las exploraciones son más un logro deportivo, Donoso dice que las expediciones aún son importantes para la ciencia. "A pesar de que el ser humano incluso ha pisado la Luna y develado innumerables misterios del Universo, aún quedan extensos territorios inexplorados en el planeta. Si incluimos las profundidades de los océanos, la mayor parte del planeta se encuentra totalmente inexplorado", asegura. Agrega que el territorio austral de Chile, en las regiones de Aysén y de Magallanes y la Antártica chilena, es reconocido mundialmente como uno de los sitios terrestres menos explorados del mundo. "La mayoría de sus cumbres se mantienen sin escalar y son pocos los sitios en fiordos y canales donde alguien se ha aventurado a internarse. Incluso, el conocimiento científico en estas áreas en mínimo y aún hay muchos aspectos desconocidos", dice.
"La información recabada por los exploradores estimula el interés por la investigación científica y la conservación de esos territorios. Estas expediciones generan información sobre los requerimientos logísticos para acceder a esos lugares remotos, informando sobre rutas de acceso, las necesidades de equipamiento, etc. Los exploradores abren nuevos caminos del mundo inexplorado, para que otros puedan usarlos y así acceder a ellos. En Chile tenemos mucho que hacer en este sentido".