En las canchas del Club Palestino, Javier Valdés (20) entrena intensamente por última vez en Chile antes de radicarse en España, el epicentro del pádel. Se le ve motivado. Le pide a su entrenador que le exija más y se enoja cuando estrella alguna pelota directamente al muro o si la deja en la red. Su coach ordena que descanse unos minutos mientras recolecta las bolas desparramadas en la cancha. Mientras bebe una isotónica, conversa ilusionado sobre el cambio de vida que experimentará. Que no tendrá descanso. Que se le viene una agenda copada. Que apenas se baje del avión estará tapado con reuniones y entrenamientos antes de las competencias.

Tenista frustrado

Valdés fue tenista hasta los 14 años, tiempo en que una hernia lo frenó. Una vez recuperado, probó con el pádel, pero no se convencía hasta que viajó a Cancún para el Mundial de México 2010, acompañando a su papá Juan Carlos, ex profesional y ex número uno nacional. Vio a los mejores jugar, y compartió en un entorno que acabó por cautivarlo. Dos años después, en la misma sede, jugó por Chile en la siguiente edición mundialista. El equipo tricolor fue semifinalista.

Carlos Zahri, otrora promesa del tenis y comparado con Marcelo Ríos en sus tiempos de juvenil, y entonces el mejor padelista chileno, notó el potencial de Valdés justo en momentos que buscaba una dupla. Comenzaron a entrenar juntos hasta que se dio la oportunidad de jugar un torneo. Lo ganaron. De ahí en más, arrasaron con cuanto campeonato disputaron y nunca una dupla criolla los pudo vencer, al punto que después de un tiempo prefirieron separarse para encontrar más competencia.

Ahí los dos pilares fundamentales que levantaron su todavía incipiente carrera: su padre y Zahri.

El único profesional

"Acá no tiene rivales que lo compliquen", afirma Christian Cabrera, su entrenador. Valdés es realista y aterriza sus logros en suelo chileno: "He sido número uno de Chile durante años, pero no es algo que me premie mucho. Es lógico que así sea, porque soy el único chileno dedicado totalmente al pádel". Agrega que a pesar del incremento de la competencia en Chile, comparado con los pasados dos años, no es posible mantenerse como profesional en el país. "Me cuesta conseguir gente con quien entrenar por las mañanas, porque los de buen nivel están estudiando o trabajando en la oficina. En cambio, en España me hallo con 40 mil Javier Valdés. Levantas una piedra y encuentras buenos jugadores de pádel, ya sean jóvenes o con experiencia", señala. En el país ibérico, es el segundo deporte más popular, sólo superado por el fútbol. Los fines de semana los estadios están siempre llenos de espectadores y los padelistas gozan de un buen estatus.

"Hay que estar donde las papas queman. Seguro que voy a crecer mucho como jugador en el circuito mundial junto a los mejores del mundo. Tendré competencia todas las semanas", anticipa. "Tomó el pádel como una forma de vida y ahora no puede relajarse. Tiene que entrenar y competir a full y así se va a meter en el circuito grande", advierte su progenitor, voz autorizada para referirse a estas ligas.

Madrid es su centro de operaciones, donde además estudia Gestión de Marcas. Desde ahí viaja a las distintas fechas del World Padel Tour. La mayoría de ellas en territorio español.

Parecido a un pololeo

El pádel es un deporte que se realiza siempre de a dos. No se llega a ningún lado sin un buen compañero en la cancha, por lo mismo, la elección de una buena pareja es clave. "Hay que complementarse bien y tener muy buena comunicación. Esto al fin y al cabo es como un pololeo", explica el joven deportista.

En sus primeras competiciones de este año, Valdés sumó fuerzas con el hispano Javier Garrido, el mejor del mundo en menores de 18 años. Sin embargo, no les fue bien y sólo ganaron un partido en los tres torneos que participaron: "No nos acoplamos y optamos por separarnos". La decisión fue para bien, ya que el chileno se unió al también español Rafael Méndez (25), de gran temporada en 2015 y que conoce bien el circuito. Juntos han cosechado buenos resultados que no se hicieron esperar: en el Challenger de Lisboa -categoría que únicamente los ocho mejores binomios del ránking no pueden disputar- accedieron al cuadro principal y ya se ubican entre las mejores 50 parejas del orbe.

Partir de atrás en el World Padel Tour no es sencillo. Para inscribirse en el main draw, se debe sortear la pre-previa y la previa. Un camino más empinado si se compara con el sistema en el tenis, dado que hay menos campeonatos. Quedar entre las 32 mejores duplas en un torneo era uno de los primeros objetivos de Valdés. Al evento siguiente, en el Open de Barcelona, anotaron tres victorias seguidas y quedaron ad portas de pasar otra qualy.

Valdés no se apresura. Cuenta que lo que más le importa es afianzarse con su partner y mirar a largo plazo. Pensar en ganar torneos vendrá después. La disciplina da para practicarla por mucho tiempo en el alto nivel: el promedio de edad del top ten es de 35 años.

El chileno por el lado del drive y Méndez por el revés.

Esta semana afrentan un nuevo desafío. En la capital de España buscarán meterse otra vez en la fase final de un torneo en el Challenger de Madrid. "Me entreno día a día para ser el mejor. Quiero llegar a ser el número uno del mundo. Para eso hice este gran cambio en mi vida, alejado de mi familia y mis amigos", remata con esperanza el chileno que ya vive en el competitivo universo del pádel.