El tumor del cáncer de próstata está compuesto por varios tipos de células que tienen distintas funciones. Entre ellas están las llamadas células mesenquimales y las troncales, que no son exactamente iguales a las células madre del mismo nombre, pero se les denomina así porque son muy similares.

Las mesenquimales son las encargadas de relacionarse con las otras células del cuerpo y abrir el camino entre las células de los diferentes órganos. Las  troncales, por su parte, buscan colonizar esos sitios y generar en ellos nuevos tumores.

Esa distinción es parte de un trabajo de investigación que lleva adelante Enrique Castellón, jefe del Laboratorio de Andrología Celular y Molecular de la U. de Chile. Ahora, junto a su equipo, Castellón está buscando la forma de apagar algunos genes del tumor para impedir que las células del cáncer de próstata migren hacia otros órganos. También, trabaja en un mecanismo que permita que las células del tumor se vuelvan sensibles a la quimioterapia, un tratamiento que hoy día no tiene buenos resultados en humanos, limitando las alternativas de terapia a la cirugía (con riesgos de disfunción eréctil e incontinencia urinaria) y de radiación.

Debido a factores ambientales, de alimentación y más años de vida de los hombres, la prevalencia del cáncer de próstata en Chile sigue aumentando e, incluso, cada vez con pacientes más jóvenes afectados. Se calcula que cada año mueren alrededor de 1.200 hombres por esta causa en el país.

MIGRACIÓN

Los tratamientos más comunes para este cáncer son dos: la radioterapia y la cirugía. Por sus consecuencias, se utiliza sólo cuando el tumor muestra un crecimiento sostenido. Es en esta etapa del crecimiento del tumor cuando se puede producir metástasis hacia otros órganos.

La nueva investigación de Castellón precisamente busca conocer cómo se comportan las células del cáncer que salen a colonizar nuevos sitios y para ello trabaja en un modelo animal con ratones. Estos ejemplares están modificados genéticamente para que puedan aceptar como propias estas células cancerígenas y desarrollar tumores humanos en su próstata.

En ellos, el cáncer se comporta de manera similar al del hombre, explica Castellón, pero gracias a que las células del cáncer están marcadas con una enzima que las vuelve luminosas pueden seguir su proceso de migración. "Con una cámara ultrasensible vemos puntos luminosos en el ratón que son metástasis. Podemos saber cuántos son, dónde están ubicados y de qué tamaño son. Podemos hacer un seguimiento y, manipulando los genes de estas células, saber cuáles son los más importantes para la metástasis", dice el experto.

En el futuro, lo mismo se podría hacer en el ser humano. Luego de diagnosticar a un paciente con este mal, apagar los genes que permiten la metástasis, para así evitarla.

QUIMIOTERAPIA

La manipulación genética, que harán los científicos en estos cuatro años de investigación que dura el proyecto Fondecyt, también busca que las células con cáncer se vuelvan sensibles a la quimioterapia y hormonoterapia, porque los cánceres más agresivos se hacen resistentes a la hormonoterapia y a la quimioterapia, dice Castellón.

La razón estaría en las células troncales del cáncer que secretan receptores que bloquean la relación con la testosterona (las vuelven insensibles) y también liberan proteínas que son capaces de atrapar las drogas usadas en la quimioterapia y sacarlas fuera de la célula. "En el laboratorio, en modelo de células in vitro, logramos silenciar el gen que produce estas proteínas y logramos que la quimioterapia sí tuviera efectos sobre las células con cáncer. Ahora, queremos hacer lo mismo pero en el modelo animal", dice Castellón.

Si los resultados son auspiciosos, en los próximos años se realizará el estudio clínico en humanos.