China busca frenar avance del desierto de Gobi con la Gran Muralla Verde

Según un estudio, el proyecto de reforestación iniciado en el norte del territorio chino en 1978 estaría dando resultados.




Además de ser uno de los rincones más inhóspitos del planeta, el Desierto de Gobi es uno de los mayores problemas que ha debido enfrentar China en las últimas décadas. Desde los años 60 ha ido creciendo de forma imparable, arrasando todo lo que encontraba a su paso a un ritmo vertiginoso, con todos los riesgos que eso conlleva a nivel ambiental, económico y social. Pero el gobierno tiene un ambicioso plan para mejorar esa situación: una "gran muralla de árboles".

Según un reciente estudio, la iniciativa para bloquear la desertificación parece estar dando resultados, pese a las críticas de sus detractores.

Conocido popularmente como la "Gran Muralla Verde", el proyecto del Cinturón Protector Tres-Norte es considerado como el mayor plan de reforestación del mundo, según The Economist. Desde 1978, los ciudadanos chinos han plantado 66.000 millones de árboles en la parte norte del país, en la frontera con Mongolia. Y cuando el proyecto finalice en 2050, más de 100.000 millones de árboles ocuparán una franja de 4.500 km (desde Xinjiang, en el oeste, hasta Heilongjiang, en el este), en una superficie de 4,1 millones de km2, esto es, más de un décimo del territorio de China.

"La vegetación ha mejorado y las tormentas de arena han decrecido significativamente en la región de la Gran Muralla Verde, comparado con otras áreas", dijo al semanario británico New Scientist, Minghong Tan, del Instituto de Ciencias Geográficas e Investigación de Recursos Naturales en Beijing. Según la Administración Forestal Estatal de China, la cobertura forestal en las áreas amenazadas pasó de 5,05% en 1977 a 12,4% a fines de 2012.

Críticos del proyecto

Pero expertos occidentales mantienen sus críticas sobre el proyecto. Hong Jiang, investigadora de la Universidad de Hawai en Manoa, señaló a New Scientist que la "actitud agresiva (de China) hacia la naturaleza", especialmente al plantar árboles donde no crecían naturalmente, no va a funcionar en última instancia. "En lugar de controlar la naturaleza, tenemos que seguir a la naturaleza", afirmó.

David Shankman, de la U. de Alabama en Tuscaloosa, dijo que no es claro cuán permanente podría ser la "Gran Muralla Verde". "¿Cuál es la tasa de mortalidad de los árboles plantados? ¿Qué sucede cuando mueren? ¿Y cómo afectan estos árboles a la hierba y arbustos, que en general son más resistentes a la sequía y más efectivos en el control de la erosión?", se pregunta.

Los críticos del proyecto sostienen que las plantaciones de árboles en zonas áridas pueden agravar la desertificación al reducir las aguas subterráneas y matar las hierbas que unen el suelo. Es lo que denuncia Zhao Wenju, agricultor de la aldea Zhangjia, cercana a Beijing, que dijo a The Economist que hace 10 años podía sacar agua de un pozo de nueve metros de profundidad, pero ahora el agua se ha retraído a unos 60 metros bajo el nivel del suelo. A Hou Yuanzhao, de la Academia China de Silvicultura, le preocupa que los álamos que están muriendo en esta zona, que es menos seca que muchas otras del proyecto, sean el inicio de un marchitamiento generalizado.

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