El viernes pasado, la estrella de jazz estadounidense Patti Austin, de 63 años y ganadora de un Grammy en 2008, se encontraba en Beijing para realizar una serie de presentaciones, pero sufrió un ataque de asma y fue hospitalizada. Su mánager atribuyó el hecho a la alta polución en la capital china y lo mismo hicieron sus seguidores, que se quejaron de la pésima calidad del aire en la ciudad. El concierto se suspendió. Ese mismo día, las autoridades de Beijing solicitaron a los mayores, a los niños y a quienes padecen enfermedades respiratorias a reducir al máximo sus actividades. Ayer, en la ciudad de Harbin -una de las 15 mayores del país-, el panorama fue aún más crítico, con niveles de contaminación 40 veces por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La densa nube de polución en esa ciudad obligó ayer a las autoridades a suspender las clases en los colegios y a cerrar el aeropuerto y las carreteras. En algunos barrios, la visibilidad era de apenas 10 metros, con una concentración de 1.000 microgramos por metro cúbico de partículas finas PM 2,5, según la agencia Reuters. Por encima de 300, cualquier nivel es considerado peligroso, aunque la OMS recomienda 25 microgramos por metro cúbico. Así, los ciudadanos de Harbin fueron obligados a usar mascarillas. Según la prensa local, la situación se mantendría, al menos, por las próximas 24 horas.
"APOCALIPSIS"
De acuerdo con el diario The New York Times, lo que ocurre en Harbin es nada menos que un "apocalipsis del aire". La contaminación aumentó después de que la ciudad -capital de la provincia de Heilongjiang y donde viven unos 10 millones de personas- encendiera su sistema de calefacción, que funciona sobre la base de carbón, ante la llegada del invierno.
En esta época del año, la contaminación suele aumentar en China, especialmente en el norte, debido a una especial combinación de las condiciones climatológicas y el aumento del uso del carbón por el frío. La polución ha alcanzado niveles récord en el "gigante asiático" y las autoridades están muy preocupadas, ya que esto ha generado un creciente malestar social. Este año, dos hechos provocaron gran indignación: en marzo, 16 mil cerdos fueron lanzados al río Huangpu, principal fuente de agua potable de Shanghai; y en septiembre, 180 toneladas de peces muertos por amoníaco aparecieron flotando en un río en Wuhan, en el centro del país.
El mes pasado, el gobierno chino anunció un plan de acción para reducir la polución, mediante la reducción del uso del carbón y una apuesta por una producción más limpia. La idea es reducir la densidad de partículas contaminantes en al menos un 10%, a nivel nacional, para 2017. Este plan tendría un costo de US$ 277 mil millones. A comienzos de año, en momentos en que la contaminación en Beijing alcanzaba 993 microgramos por metro cúbico de aire, se anunció también la salida de circulación de vehículos gubernamentales para disminuir un 30% su uso. Al mismo tiempo, se informó sobre el reemplazo de 44 mil calefactores de carbón por otros más ecológicos.
Según el Ministerio de Protección Medioambiental, la contaminación provocó en China pérdidas económicas por US$ 176 mil millones en 2010, equivalentes al 2,5% del PIB. Tan crítica es la situación que, de acuerdo con Reuters, las autoridades chinas anunciaron la semana pasada una "recompensa" de US$ 816 millones a las regiones que logren reducir la contaminación del aire. El gobierno hizo este particular ofrecimiento en seis zonas donde la polución es alarmante. China es responsable del 25% del dióxido de carbono generado por el ser humano y se estima que la contaminación es mayoritariamente producto de tres décadas de alto crecimiento económico.