Xi Jinping llegó ayer a Mongolia y rompió con un largo paréntesis de 11 años en el que los presidentes chinos no viajaron al país de Gengis Khan. Se trata de una visita de dos días, con el objetivo de reforzar la cooperación entre ambos países en materias como la energía o la infraestructura. Un acercamiento que podría beneficiar las economías de ambos países, ya que la china necesita materias primas para satisfacer parte de la demanda creciente de su mercado interno y la mongola requiere de un socio para reimpulsar su economía, que está creciendo a sus tasas más bajas en cuatro años.
El jefe de Estado chino-quien viaja con su esposa, Peng Liyuan- aterrizó en Ulan Bator, donde fue recibido por el primer ministro mongol, Norov Altankhuyag, y tenía programado firmar 11 acuerdos de colaboración con el Presidente de Mongolia, Tsajiagiin Elbegdorj. Mongolia, país que tiene fronteras sólo con China y Rusia, cuenta con grandes yacimiento minerales y muchos de ellos aún por explotar. Así, uno de los acuerdos adelanta la construcción de dos plantas de producción de gas, un 95% del cual se enviará directamente hacia China, según informó el diario South China Morning Post. China necesita de ese gas como fuente energética para reemplazar su carbón, la principal y tradicional fuente de energía de China y mucho más contaminante. Actualmente, Mongolia le vende a su vecino carbón, petróleo, minerales y ganado, entre otras mercancías.
Mongolia -cuyo territorio es el doble del tamaño de Chile, es el Estado sin salida al mar más extenso del mundo y el país con la menor densidad de población en el planeta- está experimentando un brusco freno en su economía. Eso, porque tras registrar un crecimiento récord en 2011 del 17,5% del PIB (por lo que se preveía que sería el país con el mayor incremento económico en esta década en el mundo), sufrió una desaceleración en los últimos cuatro años, algo que se ha visto reflejado en los primeros seis meses de este año, con un crecimiento de 5,3%. Parte de esa caída se debe a una reducción en 70% de la inversión extranjera en el primer semestre, procedente primordialmente de Rusia y China.
Pero la economía mongola depende mucho más de China. El comercio bilateral, que en 2002 era de sólo US$ 342 millones, llegó en 2013 a US$ 6.000 millones, una cifra que representa más de la mitad del comercio exterior de ese país, que entre 1921 y 1990 formó parte de la órbita soviética y que tras el fin de la URSS cambió su régimen por una democracia representativa y su economía por una de carácter liberal.
Precisamente, la visita de Xi se produce en un momento estratégico: dos semanas antes de que el Presidente de Rusia, Vladimir Putin (que está empeñado en volver a expandir la influencia de Moscú), llegue a Ulan Bator con la promesa de más inversión rusa y para facilitar las vías de comunicación entre ambos países.
Hoy, además, Mongolia busca diversificar sus relaciones con otros países, incluidos Japón -con el cual firmará un acuerdo de comercio por primera vez- y Estados Unidos.