China comenzó este fin de semana las obras de ampliación de la línea de ferrocarril Qinghai-Tíbet, la más alta del planeta y la única que llega al "Techo del Mundo", con el fin de extender su recorrido a la segunda ciudad tibetana, Shigatse, próxima a las faldas del monte Everest.
La nueva extensión de la línea, entre la capital regional (Lhasa) y Shigatse, tendrá 253 kilómetros y atravesará además el cañón del río Brahmaputra, uno de los más profundos del mundo, informó hoy la agencia oficial Xinhua.
Las obras tardarán cuatro años en completarse, y en ellas se invertirán unos US$1.950 millones.
Mientras Lhasa fue tradicionalmente la sede del Dalai Lama, líder espiritual y político, Shigatse (Xigaze para los chinos) es la residencia del Panchen Lama, "número dos" de la religión tibetana.
La línea de tren del Tíbet fue inaugurada el 1 de julio de 2006, y permite viajar desde Pekín hasta la capital tibetana en 48 horas.
La construcción del ferrocarril, que alcanza alturas superiores a los 5.000 metros sobre el nivel del mar, se vio dificultada por las bajas temperaturas de la meseta tibetana y su altura (4.000 metros de media), que obligaron a que los obreros tuvieran jornadas más cortas que las habituales y vacaciones más largas.
Este proyecto es presentado por el Gobierno de China como una de las mayores obras de ingeniería en el país en los últimos años, así como un "regalo" del régimen comunista al Tíbet para que disminuya su aislamiento y se desarrolle al mismo ritmo que el resto del país.
Para algunos grupos tibetanos en el exilio, sin embargo, es una muestra más del interés de China en "colonizar" esa región con población china y turistas, y disminuir así las ansias independentistas, mientras que organizaciones ecologistas también criticaron su construcción en un ecosistema tan frágil como el del Techo del Mundo.