China lanzó ayer al espacio una misión tripulada de 33 días, la más larga en la historia del país, con dos astronautas a bordo de la nave Shenzhou-11, que se acoplará al laboratorio Tiangong-2 para iniciar los preparativos para la futura estación orbital del gigante asiático.

La nave despegó impulsada por un cohete Larga Marcha-2F desde el centro de lanzamiento de Jiuquan, en el desierto del Gobi.

Con el lanzamiento de la undécima nave de la familia Shenzhou -que en mandarín significa "barco divino"-, China cierra un paréntesis de más de tres años sin enviar astronautas al espacio.

La Shenzhou-11 tiene previsto ahora volar fuera de la atmósfera hasta que alcance su próximo destino, la órbita del laboratorio espacial chino Tiangong-2 (a una altura de 393 kilómetros sobre la Tierra), dentro de dos días.

Está previsto que ambas plataformas se acoplen cuando lleguen a posiciones compatibles y será al completarse esa maniobra cuando comience propiamente la misión.

Los astronautas Jing Haipeng y Chen Dong, la tripulación de la Shenzhou-11, son los encargados de ejecutar las tareas de la sexta misión tripulada que el gigante asiático envía al espacio, tras las cinco que se lanzaron entre 2003 y 2013, y que será, si se cumplen los planes, la más larga.

Jing, un veterano de 50 años que ya participó en las misiones Shenzhou-7 (2008) y Shenzhou-9 (2012), comandará la nave con la ayuda de Chen, debutante en los viajes espaciales a los 37 años.

Tras el acoplamiento entre la nave y el Tiangong-2, Jing y Chen tendrán por delante 30 días de vida y trabajo en el laboratorio espacial chino, con un régimen laboral de seis días por semana.

Su objetivo allí será poner a prueba el equipamiento de esa instalación, lanzada el 15 de agosto, y de garantizar que el laboratorio pueda desarrollar las operaciones automáticas para las que fue diseñado a su partida.

Se espera que el funcionamiento del Tiangong-2 sirva de preparativo para la futura estación espacial china, que las autoridades del país confían tener operativa hacia 2022.