El Gobierno chino respondió hoy con dureza a las críticas que le dedicó el ministro de Energía y Cambio Climático británico, Ed Miliband, por su papel en Copenhague, asegurando que el alto cargo quiere "escapar de sus obligaciones y fomentar la discordia entre las naciones en desarrollo".

Las declaraciones de Miliband al diario británico "The Guardian", en las que acusó a China de "secuestrar" la Cumbre de Copenhague, son "ataques para empequeñecer las obligaciones de las naciones ricas hacia las pobres", destacó la portavoz de turno del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jiang Yu, citada por la agencia oficial Xinhua.

Jiang matizó no obstante que Pekín no considera que las declaraciones simbolicen la postura del Gobierno británico, sino que son "comentarios de un político a título individual", al que exigió que "corrija su error".

"Le pedimos que cumpla su obligación con los países en desarrollo de la forma más seria posible, y se mantenga alejado de actividades que dañen la cooperación de la comunidad internacional en la lucha contra el cambio climático", subrayó la portavoz china.

China es uno de los pocos países que ha considerado "positiva y fructífera" la Cumbre de Copenhague, que finalizó con acuerdos de intenciones pero no vinculantes, y en la que China y EEUU recibieron fuertes críticas por ser las grandes patrocinadoras del pacto de mínimos alcanzado.

El primer ministro Wen Jiabao dijo ayer, lunes, en una entrevista para Xinhua, que China jugó en las negociaciones un papel "constructivo e importante" y en ellas hubo "resultados gracias a los esfuerzos de todas las partes, que han de ser reconocidos y aprovechados".

Miliband aseguró que si no se alcanzaron acuerdos vinculantes, que según él habrían obligado a los países desarrollados a efectuar reducciones aún más profundas de un 80 por ciento, fue por los bloqueos del gigante asiático en la cumbre.

Fuentes próximas al político laborista aseguran que éste también responsabiliza a países como Sudán, Venezuela, Nicaragua y Cuba del fracaso de las negociaciones.

En ellas, China y otras naciones en desarrollo defendieron que, como países pobres y menos responsables de la contaminación actual en el mundo, no deben verse obligados por tratados internacionales a reducir emisiones.

El gigante asiático es el mayor emisor mundial de dióxido de carbono, aunque defiende que sus emisiones per cápita son aún inferiores a la media mundial, dada su gran población, y que debe dar tanta importancia a su desarrollo económico como a la protección medioambiental.

Pekín anunció a finales de noviembre que reduciría su intensidad de carbono (emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB) entre un 40 y un 45 por ciento en 2020 con respecto a 2005.

La medida, si bien no necesariamente se traducirá en una reducción de la polución emitida, sí debería suponer el cambio a modelos de desarrollo más sostenibles en el gigante asiático.