La obsesión por los autos cruza gran parte de su cancionero -Maybellene, su primer gran hit, es una oda a la velocidad y el universo Cadillac de los 50- y se hizo trámite y problema en su única visita a Chile, en noviembre de 1980, cuando, enojado ante una producción local que no acató sus exigencias, decidió por su cuenta arrendar en pleno aeropuerto un lujoso Toyota rojo que manejó él mismo, sin licencia, por las calles de Santiago. Fue una de las anécdotas más célebres de su debut en el país.

Treinta y tres años después, para su show del 16 de abril en Movistar Arena, Chuck Berry (86) replicará casi el mismo cuadro. Los organizadores del espec- táculo, la productora Freetime, cuentan que el hombre sindicado como el mentor del rock and roll pidió para trasladarse por la ciudad un Mercedes Benz del año, de color blanco, con cuatro puertas y sin chofer. Según agregan los mismos encargados, el plan del artista es moverse nuevamente por su cuenta y manejar el vehículo a su antojo. Eso sí, solicitó que siempre lo acompañara un traductor y contar con sistema GPS.

Además, el listado de exigencias incluye otro auto sin chofer: una camioneta 4X4 para su conjunto de cinco músicos, la que también debe portar GPS, y un circuito de walkie-talkies para comunicarse con el vehículo de Berry, según los pedidos que hizo para Montevideo, su escala previa a Santiago. De algún modo, la idea es salir en grupo.

Y no se trata de puro compadrazgo. Desde hace un par de años, su banda de acompañamiento la forman dos de los cuatro hijos que tuvo con Themetta "Toddy" Suggs, su esposa desde 1948; el guitarrista Charles Edward Berry Jr. y la cantante y armonicista Ingrid Darlin Berry-Clay. Según las reseñas más recientes de sus conciertos, ambos se han convertido en el principal sustento escénico de un músico que ya enfila hacia los 90 años de vida. Incluso, su hija es apuntada como una de las cimas más vistosas del concierto, mientras que Berry Jr., crecido a la sombra de la figura pionera de su padre, sólo es etiquetado como "componente". El resto de la agrupación la integran el tecladista Robert Johnson Loht, el baterista Keith Robinson y el bajista James Lee Marsala, quien ha ocupado ese puesto por 40 años.

Con ellos, el hombre que influyó desde John Lennon hasta Bruce Springsteen arma un concierto de poco más de 60 minutos y que muestra un promedio de 25 temas. Todos breves, concisos y lanzados a alta velocidad, menú que incluye clásicos como Carol, School days y la eterna Johnny B. Goode.

Para su primer show masivo en el país -en 1980 sólo se presentó en eventos privados y programas de TV-, el guitarrista ya registra cerca de cinco mil boletos vendidos (disponibles en PuntoTicket).