Humberto Suazo (35) hoy es amateur. Sí. El mismo que hasta hace un par de años rompía las redes con sus goles en el profesionalismo. Aquel que fue el goleador de las Eliminatorias camino a Sudáfrica, titular en aquel Mundial, máximo anotador planetario en 2006, jugador del Zaragoza de España en una de las ligas más prestigiosas del orbe y multicampeón con Colo Colo y Monterrey, actualmente juega en la liga Puerto del Pacífico, un torneo amateur que agrupa a los conjuntos de la provincia de San Antonio.
Chupete milita en el Deportivo Lo Gallardo, un club modesto que se ubica en la localidad homónima de un millar de habitantes, a orillas de los últimos tramos del río Maipo, cuya infraestructura da cuenta de esa escasez. El contraste es grande y muchos podrían creer que Chupete atraviesa por un momento decadente luego de su polémico despido del Cacique, que a la vez forzó su retiro de la alta competencia. Pero no. Suazo es feliz y su presente, con pelo, no lo cambia por nada.
Mañana neblinosa de domingo en la cancha de Lo Gallardo.
Media hora falta para que acabe el partido que abrió la jornada entre las súper senior de los locales y del Carlos Condell. Juan Hinojosa, presidente de la institución gallardina se pregunta si llegará su goleador, pieza fija en la oncena de la categoría senior. Otro jugador lo confirma. Cinco minutos después llega a la entrada una Chevrolet Suburban manejada por Chupete, quien paga como cualquier otro la entrada de mil pesos que pide el club a modo de cooperación. Su arribo no causa revuelo.
Suazo se baja del auto junto a su famila cargados de implementos deportivos, y también de comida: luego de jugar le toca disfrutar del tercer tiempo al borde de la cancha. Lanza al campo uno de los balones que trajo, de bastante mejor calidad que hasta ese entonces usaban los de la clase más longeva.
Un crack humilde
Saluda afectuosamente a quien que se le cruza. "Es más humilde que cualquiera de nosotros. Se porta un siete, comparte con los compañeros, con los rivales y con los niños", destaca Juan Barraza, mediocampista de Lo Gallardo. Rodrigo Meza, compadre de Suazo y jugador del club, agrega que le entrega disciplina y órden táctico al equipo: "Tener aquí a alguien con su experiencia es un plus. Aparte, es cariñoso con las personas. Siempre se toma fotos con quien lo busca".
Todos los fines de semana, Chupete gira en torno a la cancha de Lo Gallardo. Los sábados juegan sus gemelas Aranza y Gretel en tercera infantil a la par con los chicos, y su hijo Andrés hace lo propio en intermedia. Es la razón por la que eligió quedarse en el club rojiamarillo, a pesar de que tradicionalmente su familia siempre se había identificado con Cóndor. "De toda la provincia le ofrecieron jugar. Rechazó a clubes con mejor infraestructura que la nuestra porque sus hijas no querían moverse de acá", cuenta Hinojosa. "Se dio todo para que fichara por nosotros. Él solito vino a firmar, después de disfrutar seis meses en el retiro total", agrega.
El último día de la semana llega el turno del mundialista. "Es emocionante jugar en el barrio después de tanto tiempo que no lo hacía. Algunos no lo entienden: yo vengo a divertirme y a que mis hijos, mi familia y amigos cercanos me vean jugar. En el fútbol profesional ya lo demostré todo. Hoy quiero relajarme", afirma el ariete.
Esta temporada, con 35 años cumplidos, aprovechó para cambiarse del primer equipo a la senior. Andaba en busca de un fútbol más tranquilo. Y se nota.
El equipo se reúne en el pequeño camarín, y las indicaciones para el ataque que entrega el DT Emilio Soto son siempre en relación a la función que realiza Suazo. Era que no.
Antes del pitazo inicial bebe mate, firma la planilla del encuentro como un jugador más, y bromea con el cuerpo arbitral. "Lo voy a hacer pebre", anticipa un defensa visitante sobre Suazo a modo de broma.
Pasan varios minutos antes de que toque la pelota quien fue astro del fútbol chileno. Pero cuando lo hace, genera peligro y su equipo abre la cuenta: su remate en el área lo tapa el arquero de Condell. Tras el rebote, un compañero convierte. Chupete más que celebrar, va a felicitar al portero rival que voló para bloquear su tiro. Como lo califican sus colegas amateurs, es un caballero dentro y fuera de la cancha.
Juega lesionado de la rodilla, pero como no corre tanto y el roce no es mucho, no le afecta demasiado. Tampoco reta a sus compañeros por las reiteradas chambonadas.
El ritual de la Coca Cola
En el entretiempo, una vieja costumbre. Grita hacia el improvisado casino para que le traigan su Coca Cola helada. Nada de agua o bebidas isotónicas. El hábito viene desde sus tiempos en el fútbol mayor de México: terminado el calentamiento -y tras el fin del primer tiempo- le tenían un vaso con hielo y gaseosa. "¿Qué me iban a decir? Con todo los goles que hacía no me podían retar por tomarme una bebidita", dice.
En gran parte gracias a Suazo, su equipo domina el partido. Chupete hace el cuarto y el quinto definiendo como en sus mejores tiempos, para después salir por los aplausos y el cuidado de su lastimada rodilla.
Su reemplazante, el Murci. Empeñoso, pero negado delantero por la derecha con innegable parecido al mundialista de Francia '98, pierde cada ocasión que tiene de marcar, hasta que, con calidad, convierte un golazo cuando el partido moría. "Ése era el cambio", vociferan desde el público y Chupete ríe desde el banquillo.
6-2 lo ganó el combinado del oriundo de Llolleo. "Nos cambió la vida. Gracias a Humberto, todos quieren venir y jugar. Es un lujo que juegue con nosotros", sostiene el DT Soto.
Cuenta Hinojosa, que con Suazo el público se duplicó y los ingresos por entradas y venta de alimentos, lógicamente también. Así, la institución no necesitó seguir contando con socios que aportaran monetariamente a las arcas del club. El presidente gallardino asegura, que jamás se han aprovechado económicamente del crack sanantonino. "Me emociona que desde que llegué aquí venga más gente a ver el fútbol", dice el goleador.
El compromiso de Chupete con el Deportivo Lo Gallardo es total. "Tanto así que me dijeron que me iban a mandar la cama para la cancha", cuenta el goleador. Su señora sonríe. Participa siempre de las reuniones semanales: "La idea es intentar que esto esté mejor de a poco. Mejoramos los camarines y la cancha. También es importante que se juegue con buenos balones", señala.
También, está incursionando una nueva faceta en su vida: la de técnico. Suazo dirije al primer equipo de su club: "Se portan muy bien los muchachos y me hacen caso".
Es la nueva vida del octavo máximo anotador de la selección chilena, quien podría haber seguido en clubes profesionales, pero, con pelo donde antes había una reluciente calva, decidió volver a su hábitat natural: la cancha del barrio.