Una pesadilla puede convertirse en la más imperecedera de las novelas. Aquel fue el destino del sobrenatural sueño que la escritora Mary Shelley tuvo la noche del 16 de junio de 1816, algo acongojada y excitada por las historias de terror que sus famosos compañeros John Byron, Percy Shelley y John William Polidori solían contar todas las veladas.
En medio de un verano que por un extraño desbarajuste volcánico en la isla de Java se había transformado en tormentoso invierno, estos cuatro escritores románticos fueron motivados por el propio Byron para idear historias de terror y así darle una salida creativa al tiempo. A Polidori se le ocurrió un relato de vampiros y a la pareja de Shelley le tocó la mejor iluminación: en su pesadilla veía a un horrible humanoide que tomaba vida mientras un joven científico lo observaba a sus pies. Hace 100 años, esta fue su inspiración para escribir Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela que con el tiempo se irguió como uno los relatos fundacionales del género fantástico.
Jóvenes, cultos y de ideas radicales, los Shelley, Byron y Polidori pasaban aquel verano juntos en la Villa Diodati, una gran mansión que Byron poseía cerca del Lago Ginebra en Suiza. Imposibilitados de gozar un período estival al aire libre, los autores echaron mano a sus conocimientos de los cuentos germanos de fantasmas, que ellos habían conocido en la traducción francesa. Mary Shelley, la menor y más impresionable del grupo, con apenas 18 años, era en ese momento aún la novia de Percy Shelley, con quien luego se casaría y después enviudaría.
Acorralada por la imposibilidad de crear una historia propia y embestida en el orgullo al observar como sus amigos elaboraban argumentos rápidamente, Mary Shelley empezó a sufrir pesadillas y varios días después de que Byron hiciera la propuesta, sufrió ataques de sonambulismo . Según el investigador Donald Olson, entre las 2 y las 3 de la mañana del 16 de junio de 1816, Mary Wollstonecraft tuvo la el sueño que originó Frankenstein.
El propio Percy Shelley animó a su futura esposa a transformar el relato inicial en una novela, que no terminaría de escribir hasta mayo de 1817. Casi un año después, el 11 de marzo de 1818, la joven narradora vio publicada la obra Frankenstein o el moderno Prometeo. Se trató de 500 copias divididas en tres volúmenes (el estándar para la época), con un prólogo de Percy Shelley y una dedicatoria al filósofo William Godwin, padre de la autora. Luego vendría una obra de teatro inspirada en el relato, una segunda edición de 1822 y una tercera publicación del año 1831. Fue una edición bastante revisada por la autora, con muchas modificaciones acordes al conservadurismo de la época : se trata de la versión que hasta el momento circula en mayor medida, aunque muchos prefieren la original, pues conserva el impulso y tono que la gestaron.