El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) está asociado con un bajo nivel de serotonina, una sustancia química del cerebro que desempeña un papel vital en la regulación de la respiración, el ritmo cardiaco y el sueño, según investigadores estadounidenses.

El SMSL, que se produce sin motivo aparente, es la principal causa de muerte de bebés de entre un mes y un año de edad.

Según el estudio, publicado en la última edición de la revista JAMA, esta anomalía en la serotonina puede reducir la capacidad de respuesta del bebé a problemas como la falta de oxígeno o un elevado nivel de dióxido de carbono.

Estos problemas pueden surgir cuando el bebé respira el dióxido de carbono exhalado, que se acumula en la ropa de cama cuando duerme boca abajo.

"En un bebé normal, la serotonina en el tronco cerebral despertaría al niño el tiempo suficiente para girar la cabeza al aspirar el dióxido de carbono, lo que le permitiría respirar aire fresco. Pero un bebé con niveles bajos de serotonina en el tronco cerebral puede que nunca se despierte", afirma la autora principal del estudio, Hannah C. Kinney, de la Harvard Medical School.

Los médicos aconsejan poner a los bebés boca arriba en la cuna como la manera más efectiva de reducir el riesgo de SMSL y desde que en 1994 se lanzó una campaña a tal efecto se redujo en EEUU en un 50% la incidencia del síndrome de muerte súbita del lactante.

Ahora, esta nueva investigación da importantes pistas sobre la base biológica del SMSL, y puede servir en última instancia para identificar a los niños con mayores riesgos y hallar nuevas estrategias para mitigar el peligro de sufrir este síndrome.

Kinney y sus colegas examinaron muestras de tejido de la médula de bebés que fallecieron de SMSL y de otros que murieron por otras causas.

Y comprobaron que los niveles de serotonina eran un 26% más bajos en los lactantes que fueron víctimas del SMSL. También los niveles de triptofanohidroxilasa, una enzima necesaria para producir serotonina, eran un 22% menores.

El objetivo de la investigación es diseñar una prueba que identifique a los bebés con un defecto de serotonina en el tronco cerebral y desarrollar tratamientos preventivos para esta deficiencia, según los científicos.

Y el próximo paso será averiguar lo que causa estos niveles anormalmente bajos de serotonina en el tronco cerebral.

Según el neurocientífico David Paterson, que contribuyó al estudio, pueden ser en parte responsables variaciones genéticas, que el equipo de Kinney está buscando.

Mientras, los médicos aconsejan a los padres que eliminen todos los factores de riesgo posibles y aconsejan a las embarazadas que no beban ni fumen y que hasta un año de edad pongan a sus bebés a dormir boca arriba en una cuna con un colchón firme y sin juguetes, almohadas o un exceso de ropa y mantas.