Los investigadores del Centro de Patrimonio Sostenible de la Universidad de Londres descubrieron que con una nueva "prueba de olor" se puede medir la degradación de libros viejos y documentos históricos.

La prueba, dicen los científicos en la revista Analytical Chemistry (Química Analítica), recoge e identifica los compuestos químicos que las páginas liberan cuando se degradan.

El avance, agregan, podría ayudar a bibliotecas y museos en la conservación de una variedad de libros preciosos.

OLOR A VIEJO
La prueba está basada en la detección de los niveles de compuestos orgánicos volátiles.

Estos son liberados por el papel a medida que envejece y produce el familiar "olor de libro viejo".

El equipo internacional de investigadores, dirigido por Matija Strlic, describe a ese olor como "una combinación de tonos herbáceos con fuerte aroma ácido y algo de vainilla sobre una humedad subyacente".

"El inconfundible olor es parte tanto del libro como de su contenido" dicen los autores.

Tal como explicó a la BBC el doctor Strlic, la idea de desarrollar una nueva prueba surgió al observar cómo lo trabajaban los conservadores de museos.

"Noté que a menudo los conservadores olían el papel durante sus análisis", recuerda el científico.

"Pensé que sería fantástico contar con un método que nos permitiera oler el papel y decirnos cuánto se había degradado analizando los componentes que emite".

La nueva prueba hace justamente eso. Detecta los ingredientes contenidos dentro de la mezcla de compuestos volátiles que emana el papel.

La mezcla, dicen los investigadores, "depende de la composición original del sustrato de papel, los materiales aplicados y el tipo de encuadernación".

El nuevo método ha sido bautizado material degradomics (principios de degradación de material).

HUELLA QUÍMICA
Los científicos podrán usarlo para descubrir qué tipo de sustancias químicas liberan los libros, sin dañar el papel.

Este consiste de una técnica analítica llamada cromatografía de gases y espectometría de masa, que simplemente "huele" el papel y separa los distintos compuestos.

El equipo del doctor Strlic probó 72 documentos históricos de los siglos 19 y 20 -algunos de los cuales habían sido comprados en eBay- e identificó 15 compuestos que era "marcadores confiables" de degradación.

"El aroma está formado por cientos de compuestos, pero estos 15 contienen casi toda la información que necesitamos" dice el investigador.

La medición de los niveles de estos compuestos individuales hizo posible producir una "huella" para saber la condición de cada documento.

Con este conocimiento químico tan completo del estado de un libro -expresa el científico- los museos y bibliotecas podrán identificar los libros y documentos que más necesitan ser protegidos de una mayor degradación.

La información también podría ser útil para perfeccionar las técnicas de conservación.

El método, expresan los científicos, no es exclusivamente aplicable a libros sino también podría ser utilizado con otros artefactos históricos.