Cientos de personas asistieron el lunes en la pequeña localidad de Oyster Bay, en Long Island, cerca de Nueva  York, al funeral de la periodista estadounidense Marie Colvin, fallecida en Siria el 22 de febrero

Rupert Murdoch, propietario del diario Sunday Times para el cual trabajaba Colvin, estuvo presente en la ceremonia, al igual que John Witherow, redactor en jefe del periódico.

El féretro de la periodista llegó a la Iglesia católica Saint Dominique acompañado de la música de una gaita minutos antes de la misa celebrada en esta pequeña ciudad situada a unos 50 kms de Manhattan y en la que creció Colvin.

Su madre, Rosemarie, y sus hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas ocupaban las primeras filas, cerca del féretro de esta reportera de guerra de 56 años que murió en un bombardeo en la ciudad de Homs, bastión de la oposición siria, sitiada por las fuerzas del régimen.

Durante la ceremonia se rindió tributo a una mujer que amaba reír, "creía en la vida", "tenía pasión por su oficio" y buscaba de manera incansable ser la voz de los sin voz.

"Bendita seas Marie por tu coraje, por haber sido la voz de los sin voz, por haber vivido para los otros", dijo uno de los sacerdotes, subrayando que Colvin arriesgó a menudo su vida para cumplir este papel.

El ataúd estaba cubierto con una tela blanca. Su madre Rosemarie apenas podía contener las lágrimas.

Se pronunció una oración por "todos aquellos que sufren la violencia, especialmente aquellos que viven en Siria" y otra por el fotógrafo francés Rémi Ochlik, que murió con Colvin en Homs.

Al final de la funeral se depositaron rosas blancas sobre el féretro. "Fue una ceremonia muy bella", comentó Rupert Murdoch.

Sacar su cuerpo de la ciudad de Homs fue "muy difícil", contó por su parte  John Witherow, explicando que se necesitó "muchísima acción diplomática". Witherow rindió homenaje a una reportera "sin igual" y señaló que "será una  inspiración para todos los periodistas del mundo".

Varios sirios-estadounidenses que llevaban una bufanda con los colores de  la bandera siria (negra, roja y blanca) también se acercaron a la puerta de la  moderna iglesia que domina la bahía de Oyster.