Cientos de personas en la ciudad oriental china de Ningbo se han manifestado durante tres días consecutivos -y preparan protestas más numerosas para la próxima semana- contra la petrolera estatal Sinopec, que proyecta ampliar una planta petroquímica en la localidad.

Según informan hoy el diario "South China Morning Post" y la agencia oficial Xinhua, las protestas se basan en el temor de los vecinos a que la nueva planta ampliada produzca graves niveles de contaminación en las zonas cercanas. 

En particular, los vecinos temen que la fabricación en ella de paraxileno (derivado usado en pinturas y plásticos) cause graves daños a la salud de los habitantes, ya que según informes de grupos ecologistas esta sustancia es altamente tóxica y puede causar problemas en el sistema nervioso, los riñones y el hígado.

El gobierno local -cuyo alcalde, Liu Qi, trabajó en el pasado en el sector petroquímico, uno de los principales motores económicos de la ciudad- ha asegurado que estos temores se basan en falsos rumores que han circulado en las redes sociales de internet, y afirmaron que los planes de expansión de la planta continuarán pese a todo.

La ampliación de la planta de Sinopec supondrá una inversión de 55.900 millones de yuanes (8.900 millones de dólares, 6.850 millones de euros), y con ella las autoridades de Ningbo quieren consolidar el liderazgo local en la producción petroquímica nacional.

Sin embargo, los habitantes del distrito de Zhenhai, donde tienen su base varias empresas del sector y la controvertida planta, aseguran que en los pasados 30 años, desde el inicio de la producción de este sector en la ciudad, han aumentado los casos de cáncer y los desórdenes congénitos.

En los últimos años ha aumentado la sensibilidad de la sociedad china hacia los graves problemas medioambientales que en el país ha producido su rápida y a veces incontrolada industrialización, lo que se ha traducido en una multiplicación de las protestas contra la instalación de nuevas fábricas o centrales en algunas ciudades.

El pasado fin de semana, sin ir más lejos, miles de residentes de la ciudad de Yinggehai, en la isla de Hainan (sur de China), se manifestaron contra los planes de las autoridades de construir una central térmica en la zona, una protesta que acabó con decenas de heridos.

Algunas de estas protestas han logrado que las autoridades cedieran y cancelaran la construcción de polémicos proyectos, algo que ha pasado por ejemplo tras masivas manifestaciones en Shifang (centro) y Qidong (este) en meses pasados. 

La propia Sinopec, líder nacional en refinado de petróleo, tuvo que suspender la producción en otras tres plantas petroquímicas en el sur del país a raíz de que la televisión estatal denunciara vertidos ilegales en ellas, el pasado mes de septiembre.