El 13 de viernes de 2012 Antonello Tievoli, Maître del Costa Concordia, le pidió un favor al capitán Francesco Schettino: acercar el buque a la costa de la Isla de Giglio, su tierra natal, para que sus habitantes pudieran ver el crucero de cerca.
Debido a la maniobra, el crucero chocó con una pierda que causó un agujero de 70 metros en el caso de la nave, se ladeó y comenzó a hundirse.
El Costa Concordia era uno de los cruceros más grandes del mundo en la época, medía 290 metros de longitud y 61 de altura, tenía 1.500 camarotes, 5 restaurants, 13 bares, teatros, casinos, discotecas, piscinas, jacuzzis y spas. Al momento del naufragio había 4.229 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación.
32 personas fallecieron y 157 resultados heridas en una tragedia que tiene un único culpable procesado: el capitán Schettino.
Una hora y trece minutos después del choque Schettino ordenó la evacuación, aun cuando la nave ya estaba bastante incluida. Además, mientras muchos pasajeros luchaban por salir del crucero, él estaba a salvo en tierra firme, incumpliendo la normativa marina que exige que el capitán del barco sea el último en abandonarlo.
La justicia italiana lo sentenció a 16 años de cárcel, medida que fue rectificada por el Tribunal de Apelaciones de Florencia en mayo de 2016. Sin embargo, los abogados de Schettino anunciaron que recurrirían al Tribunal Supremo para cambiar la sentencia, procedimiento que aún está en proceso.
Schettino también escribió el libro "Las verdades sumergidas", donde cuenta su verdad sobre la tragedia y se exculpa de toda responsabilidad. En Italia, el libro es un bestseller que vendió todos sus ejemplares en menos de un mes.
Durante dos años, el Costa Concordia estuvo varado en la costa de la Isla de Giglio. En 2014 pudieron devolverlo a su posición vertical para trasladarlo, mediante remolcadores, al puerto de Génova donde será destruido.
Las siguientes son fotografías de Jonathan Kielkowski, quien fotografía el barco antes de que fuera desmantelado.