Mientras cuatro oficinistas interrumpen su jornada de trabajo para entretenerse alrededor de un taca-taca, dos escolares mueven rápidamente sus pies al ritmo de videojuegos musicales. Ambas generaciones coinciden en los "Juegos Diana", que llevan más de 30 años instalados en el tradicional barrio San Diego, donde a diario circulan más de 200 mil personas.

Este es uno de los recintos que, a pesar de los cambios que ha sufrido la zona y de la llegada de nuevos comerciantes, se ha logrado mantener en el tiempo. No es el único. Teatros, librerías, tiendas especializadas en porcelana, sastrerías dedicadas especialmente a la ropa  huasa y disqueras con vinilos exclusivos son parte de los locales que llevan más de tres décadas en este céntrico sector de Santiago.

El antiguo barrio está en pleno proceso de "redescubrimiento". El Comité de Desarrollo Arturo Prat-San Diego y la Corporación Cultural Gestarte están organizando desde la semana pasada y hasta el próximo sábado 5 de diciembre recorridos de 90 minutos por la zona, para mostrar su infraestructura y dar a conocer los lugares patrimoniales de mayor relevancia.

"Se trata de hacer un turismo comercial que incluya el tema cultural", señala Pedro León Gómez, director del Comité de Desarrollo del barrio. Según León, "se espera que lleguen personas de la Región Metropolitana y jóvenes. Ese es el público al que apuntamos". Hoy parte el segundo circuito, a las 11.00, desde la casa Central de la Universidad de Chile.

ATENCION PERSONALIZADA
Miguel Díaz tiene 71 años y desde 1955 años trabaja en "El Volcán", ubicada en San Diego con Copiapó. La tienda se dedica a la venta de porcelana, artículos de cocina y maquinaría para casinos. Según Díaz, políticos de todas las tendencias e importantes chefs han sido parte de sus clientes. "Nuestro éxito es por la atención personalizada", cuenta.

A la altura del 119 se encuentra "Disco Beat", la tienda de Simón Aliste. Fanático de la música desde su infancia, de a poco comenzó a comprar vinilos y en algunos años "ya tenía una importante colección". Según él, "hay discos que no encuentras en ninguna otra parte. Tengo uno firmado por Janis Joplin". Es tanta su fama, que cuando Eric Clapton vino a Chile por primera vez, en 1990, fue a su tienda, pero él no le abrió. "La gente que lo acompañaba era muy prepotente. Por eso no lo atendí", explica él.

La librería de Luis Rivano es otro de los puntos tradicionales. Según su dueño, el volumen de libros que tiene llega a los 200 mil. Rivano señala que las librerías antiguas han desaparecido, "porque sus dueños se mueren y sus hijos no continuán con esto. Eso no me va a pasar".