Las alarmas se encendieron el lunes 7 de diciembre. Ese día, Standard & Poor's (S&P) dejó la calificación de la deuda pública de Grecia bajo vigilancia con "implicancias negativas", acrecentando las posibilidades de recortar su calificación en dos meses, lo que aumentó los temores de insolvencia.
Su déficit en cuenta corriente, un saldo fiscal negativo creciente y una deuda pública que trepó hasta 113,4% del PIB dejaron en evidencia las debilidades de la economía helénica, al punto que los mercados no dudaron en castigar sus faltas. Ante la arremetida global, el gobierno griego propuso lanzar un "presupuesto austero" para reducir el déficit fiscal desde el 12,7% previsto para 2009 hasta 9,1% durante este año. Para ello planteó alzas de impuestos y recortes en algunos salarios.
Así, la administración griega espera lanzar impuestos adicionales a las grandes fortunas, al tabaco y al alcohol. Además, reducir los gastos del aparato público, recortando al menos el 10% de los sueldos de los funcionarios de empresas estatales, entre otras medidas.
Al momento de la aprobación del presupuesto, el ministro griego de Finanzas, Georges Papaconstantinu, indicó que la partida es la "más difícil desde la vuelta a la democracia (en 1974); la situación es extremadamente desfavorable y se deben aplicar objetivos muy ambiciosos".
POCO CREIBLE
Pero el anuncio no tuvo los resultados esperados. Primero, porque los detalles del plan son escasos y se espera que a comienzos de enero el gobierno pueda entregar detalles. Algunos critican que fue preparado a última hora como una forma de dar tranquilidad, pero sin mayor análisis de los problemas reales.
Así, las agencias clasificadoras poco creyeron en los planes de la administración griega. "Las medidas que las autoridades han anunciado recientemente para reducir el elevado déficit fiscal son poco probables", advirtió S&P.
Fitch Ratings coincidió en su evaluación con S&P e indicó que "las propuestas del gobierno actual dependen más de medidas de recaudación de ingresos, en particular se mueven en la lucha contra la evasión fiscal -donde los resultados son bastante inciertos-, en lugar del gasto corriente, donde las debilidades estructurales fiscales son más agudas". A su juicio, la mitad de los recortes propuestos en el déficit de 2010 se basan en medidas excepcionales temporales, mientras que la mayor parte del deterioro fiscal reciente no es atribuible a la desaceleración económica, que ha sido relativamente leve, o apoyo al sector financiero, que ha sido mínimo.
Moody's dice que el gobierno no ha entendido el problema real de Grecia, pensando que es de corto plazo, cuando en realidad es de larga data, aunque aclara que ve poco probable un default por parte de los helénicos, gracias al respaldo que debería recibir del Banco Central de Europa. La agencia explica que "el gobierno griego se enfrenta a presiones de solvencia a largo plazo para las que su adhesión a la Unión Monetaria Europea proporciona poco consuelo. La vitalidad de la economía del país y la intensidad del esfuerzo fiscal también pueden ser insuficientes para evitar que la deuda se convierta en crecientemente inasequible. Esto es un problema de 10 años plazo en lugar de uno de dos años".