El pasado viernes, cuando aterrizó en Sao Paulo para festejar junto a su familia el cumpleaños de su pequeña hija, Claudio Maldonado experimentó una sensación extraña. Por primera vez en su carrera, el mediocampista comenzaba sus vacaciones sin pertenecer a un club. En este caso, al no ser citado para el partido que Flamengo disputó el fin de semana con Botafogo, oficialmente era jugador libre desde ese mismo día, después de cuatro años en el cuadro carioca.
"Es extraño todo esto. Tener que empezar a buscar club es algo nuevo. Pero bueno, algún día tenía que pasar", cuenta entre risas el volante, mientras intenta buscar el lado positivo a toda esta situación: "A veces es bueno desconectarse un poco y disfrutar de la familia. Por eso apenas vi que no estaba citado y que se adelantaban las vacaciones, hice las maletas y me vine para acá".
Más allá del buen humor que muestra Maldonado, lo cierto es que su pasado reciente estuvo marcado más por las desgracias que por las alegrías. Quizás, por lo mismo, intenta rescatar algún elemento positivo que le permita aferrarse. Y es que desde que se lesionó jugando por la Selección en Eslovaquia, en noviembre de 2009, comenzó una larga pesadilla, que incluyó cuatro operaciones a la rodilla izquierda para intentar reparar el ligamento cruzado.
"Tuve que aceptar muchas cosas. Por ejemplo, pasar casi un año sin jugar. Eso no se lo deseo a nadie. Y lo peor es que durante mucho tiempo no se le encontraba la vuelta al tema del ligamento", cuenta Maldonado.
¿Qué pasó realmente?
Mi cuerpo no asimiló bien los injertos y terminaba absorbiéndolos completamente. En buen chileno, me quedaba otra vez sin ligamento. Así, después de un tiempo de rehabilitación, volvían los dolores. Jugaba un par de partidos y reaparecían los problemas.
Pero no fue una sola operación, sino que cuatro.
Exacto, pero recién en esta última se decidió aplicar algo distinto a lo que se hizo antes.
¿Qué cosa?
Se me aplicó lo que se conoce como un injerto de cadáver. Es decir, se le sacó un tejido a otra persona y se puso en mi rodilla. Era la última oportunidad que tenía, así es que decidí tomarla.
¿Era eso o el final de su carrera?
Claro. Así de simple. Pero después de todo lo que había pasado, debía darme una chance final. Y parece que fue la mejor decisión, porque hace dos semanas me hicieron exámenes y la rodilla respondió de manera perfecta.
¿Qué ha sido lo más difícil en todos estos años?
Es complejo elegir una sola cosa. Han sido dos años de puro sufrimiento. Me perdí un Mundial, la Copa América, casi dos torneos brasileños con Flamengo. De algún modo, sentí que perdí todo lo que había ganado en 10 años de carrera. ¿Sabes cómo se siente eso?
¿Debió recurrir a la ayuda de algún sicólogo para no hundirse?
Afortunadamente, soy un tipo optimista por naturaleza. Cuando me caía, trataba de aferrarme a lo que sea, a la más mínima esperanza. Sé que no suena fácil, pero no me quedaba otra.
¿Se le pasó por la cabeza pensar que hasta acá llegaba su carrera como futbolista?
Eso es lo primero que se te viene cuando ves que, cada vez que pensabas que ya estabas bien, aparecía un nuevo problema. Y mira que seguí todos los tratamientos al pie de la letra, pero mi cuerpo terminaba absorbiendo el injerto y ahí no tenía nada que hacer. No existía rehabilitación posible. Sólo venía una nueva operación.
¿Cuánto le puede afectar todo esto en la búsqueda de un nuevo equipo?
Por suerte acá en Flamengo se han portado de maravilla. La semana pasada tuvimos una reunión y me indicaron que el técnico (Dorival Júnior) quería contar conmigo para el otro año. El tema es que ahora vienen elecciones en el club, entonces hay que ver si los nuevos directivos me quieren.
Curioso lo del técnico, porque no lo dirigió nunca en Flamengo. Cuando llegó, usted estaba entrando a pabellón.
Es verdad, pero me conoce por todo lo que hice en Brasil todos estos años. Con ese tremendo respaldo, más no puedo pedir. Pero te repito, primero tengo que esperar las elecciones.
¿Y si los nuevos dirigentes que llegan no lo quieren?
Tengo un par de ofertas más en Brasil. Pero no quiero pensar en ellas hasta cerrar la opción de Flamengo. Se portaron demasiado bien conmigo todos estos años como para no darles la prioridad.
¿Y volver a Chile no lo seduce?
Es que de allá no me ha llamado nadie. Entonces, no me puedo proyectar con algo que no existe. Me quedan tres o cuatro años más de carrera y espero jugar alguno de ellos en mi país. Ojalá en Colo Colo.
¿No lo han llamado del "Cacique" en estos días?
No. Pero te repito, no me quiero poner en ese escenario, porque todavía quiero jugar unos años más acá en Brasil.