La XXIII Cumbre Iberoamericana se clausuró hoy en Panamá con un compromiso de renovación y el deseo expresado por la mayoría de afrontar un mapa de ruta que identifique las nuevas prioridades del grupo de 22 países.
La cita anual celebrada en el país centroamericano dio luz verde a que estos foros pasen a ser bienales y trasladó a un grupo de trabajo el estudio de las reformas que permitan una modernización de las Cumbres Iberoamericanas para potenciar la convergencia entre los países.
La Cumbre de Panamá, con la ausencia de la mitad de los mandatarios, brindó también un emotivo homenaje al secretario general iberoamericano, el uruguayo Enrique Iglesias, que deja el cargo en los próximos meses.
Iglesias destacó en la rueda de prensa final que se deben mirar las Cumbres no solo como el evento que reúne a mandatarios, sino también las reuniones de coordinación y cooperación que se desarrollan a lo largo del año y los eventos paralelos, que en Panamá fueron el Foro Empresarial Iberoamericano y el de la Comunicación, que reunieron a importantes dirigentes.
Abogó asimismo por avanzar hacia la ciudadanía iberoamericana y lamentó la ausencia del Rey de España, pero recordó su apoyo y compromiso con el espíritu iberoamericano.
Los mandatarios aprobaron la Declaración de Panamá, un Plan de Acción y catorce comunicados especiales, entre ellos uno de respaldo a las negociaciones que el Gobierno de Colombia mantiene con la guerrilla de las FARC, incorporado a última hora.
Se aprobaron los habituales de respaldo a Argentina en su conflicto por la soberanía de las Islas Malvinas con el Reino Unido, la demanda del levantamiento del embargo estadounidense a Cuba, otro de apoyo al uso del idioma español en los foros multilaterales, y varios más sobre el masticado de coca, el derecho al agua o contra el terrorismo.