Al asumir el desafío de gestionar la implementación de un proyecto, hay que tomar decisiones que lleven a un incremento en los resultados y a hacer más sustentable una organización en particular. Las interrogantes centrales que acompañan estas decisiones son "¿qué conservamos?" y "¿qué cambiamos?", para luego dirimir cómo hacerlo y qué factores serán claves a la hora de asegurar los resultados esperados.

Ahora bien, el "cambio" propuesto puede entenderse de diversas formas. Un enfoque sistémico enfatiza lo estratégico, en el cual se plantea que todas las partes del proceso se interrelacionan y deben observarse en conjunto. La visión operacional contempla ciertas etapas y acciones ordenadas en el tiempo, centrándose, en consecuencia, en los procesos. Por último, la visión centrada en las personas enfatiza los aspectos culturales, concretamente, el grado de aceptación o rechazo que provoca el cambio y las conductas que se derivan de ello.

Implementar un proyecto exitoso implica administrar las disyuntivas del cambio. Estas se manifiestan en prácticas como la necesidad de armonizar el corto con el largo plazo, manejar lo estratégico y lo táctico, ponderar lo importante y lo urgente, y enfatizar la dirección y la participación.

En organizaciones educativas, el cambio equivale al logro de aprendizaje, el cual se entiende aquí como modificaciones constantes, más o menos permanentes en el comportamiento (y sus dimensiones cognitiva, afectiva y de desempeño) a partir de experiencias, y observadas en los individuos, grupos y organizaciones. Definido así, el aprendizaje escolar se vincula a los alumnos, pero tratándose de aprendizaje organizacional, se debe considerar que los profesores, apoderados y funcionarios igualmente aprenden y desaprenden.

Desde la perspectiva del cambio focalizado, para un aprendizaje escolar efectivo, las organizaciones educativas se centran en las actividades de los estudiantes y profesores. Existen cuatro énfasis que operacionalizan la visión de la efectividad escolar: la equidad, que guarda relación con altos logros de aprendizajes, independiente de las condiciones de entrada de los estudiantes; la ventaja competitiva, que implica una diferencia significativa en el logro de estándares por sobre instituciones comparables; el incremento significativo sobre el capital cultural de origen de los estudiantes, denominado valor agregado; y el balance de resultados, que refiere a la satisfacción de expectativas de los distintos agentes de la institución educativa.

En conclusión, para hablar de efectividad y eficacia de proyectos educativos se debe considerar que es relevante comprender los procesos de cambio y las diversas visiones al respecto, administrando sus disyuntivas y asegurando los resultados claves, vinculados, en el caso de las organizaciones escolares, al logro de aprendizajes. Para ello, es importante concentrarse tanto en el trabajo del estudiante como en el del profesor, de forma que sea posible verificar que el cambio en la situación inicial respecto de la situación final genera resultados educativos que son demostrables y valorados por los agentes educativos.

SABER ESCUCHAR
Entre las principales características que se necesitan para el liderazgo escolar están la pasión por el desafío, la comprensión del lugar donde uno está y el saber escuchar.

El liderazgo se puede -y se debe- ejercer en ambientes diversos. Uno puede ser líder en la sala de clases tanto como en la dirección de una escuela. Partiendo de la realidad en que uno se encuentra y teniendo claras las metas, una clara actitud de liderazgo permite alcanzar el objetivo deseado. En lo personal, habiendo dedicado décadas a la reflexión en física teórica, mi reto de hoy es liderar una Facultad de Educación con grandes desafíos que he tenido que hacer míos. De trabajar con pequeños grupos de investigadores he debido adaptarme a hacerlo con una comunidad de más de 200 profesores y 1.500 estudiantes.

La realidad no se conoce ni comprende adecuadamente si no se escucha con cuidado a otros miembros de la organización. La escucha revela lo que las personas piensan y además inspira e ilumina el camino a seguir. He escuchado mucho en mi vida como científico, actitud que me ha enseñado los caminos que grandes físicos -algunos hoy Premio Nobel- han seguido para alcanzar metas imposibles. Al escuchar a otros, se suman experiencias diversas.

Para que sea fecunda, la escucha debe ser con total apertura, tratando de entender lo que el otro está diciendo aunque a uno no le guste. Esto no significa tener que estar de acuerdo, sino meramente aceptar que en la búsqueda de lo verdadero lo que otros dicen tiene en principio el mismo valor que lo que uno opina. Cuando se reúne un grupo de personas para discutir un punto, se subentiende que todos aportan por igual para llegar a un acuerdo. El principio aquí es que las habilidades están repartidas entre las personas y la mejor solución es aquella que toma en cuenta los diferentes puntos de vista que se exhiben y defienden en una discusión.

APRENDIZAJE Y EFECTIVIDAD ESCOLAR
Mucho se estudia y especula sobre qué depende el aprendizaje escolar efectivo. Una de las respuestas vinculada a la perspectiva de mejora focalizada es que si la organización se concentra en la actividad central del estudiante y del profesor, es probable que otros factores también se optimicen. Por ello, la decisión de qué cambiar y qué conservar es una responsabilidad directiva que puede impactar en la efectividad del aprendizaje. Concretamente, los procesos de mejora enfocada pueden evaluarse por su impacto en las siguientes variables de la enseñanza:
 
A.- El rendimiento escolar:
logros, resultados académicos, desempeños adquiridos.

B.- Mejoramiento de las tareas:
situación estimulante, desafío, nivel de exigencia.

C.- Características del estudiante: motivación, hábitos, esfuerzo, entre otros.

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