Nunca lo pensaron como un grupo musical. Lo suyo era más bien un proyecto multimedia de expresión escénica, derivado de sus trabajos previos junto al realizador independiente Vicente Ruiz. Eran mediados de los años 80 y Patricia Rivadeneira buscaba un nuevo equipo con el que plasmar todas sus ideas sobre lo femenino, lo erótico y su relación con la política y el poder, en el under capitalino de un Chile bajo dictadura.
“Todavía no éramos tan amigas pero yo me había enamorado de estas mujeres tan bellas, especiales y poderosas”, cuenta la actriz, quien convocó a la diseñadora Jacqueline Fresard y a las bailarinas Tahía Gómez y Cecilia Aguayo, para dar forma a Cleopatras, una particular apuesta de danza y teatro, que con el tiempo fue derivando hacia lo musical.
Salvo para quienes presenciaron aquellas performances de funciones únicas, en galpones de Matucana y auditorios universitarios, la rupturista propuesta del cuarteto quedó perdida en diversas cintas de video y cassettes que Aguayo conserva hasta hoy. Son precisamente esos registros los que dan forma al que será el primer álbum oficial de Cleopatras, un LP homónimo que el sello Hueso Records editará en enero, un cuarto de siglo después de la disolución formal del grupo.
Ideado por el artista visual Iván Navarro -creador del sello- y restaurado y masterizado por el músico alemán Uwe Schmidt (Atom Heart), quien trabajó junto a Aguayo sobre demos y registros en vivo de dudosa calidad, el disco no sólo salda una deuda pendiente para el cuarteto y su extensa red de colaboradores, que por esos años incluía, entre otros, a Martín Schopf, Archie Frugone (Viena) y María José Levine y Pablo Ugarte de Upa.
De paso, funciona como una nueva pieza en el cancionero de Jorge González, el principal compositor de los temas del grupo. “Nuestro objetivo era transmitir esta visión de mujeres paradas en un mundo machista, patriarcal. Queríamos exponernos, exacerbando lo femenino. Jorge se interesó en nuestro concepto y como que se desdobló, se puso en el papel de una mujer al momento de componer”, cuenta Fresard, ya casada por esos años con el entonces líder de Los Prisioneros.
Hey, mujeres
En total, son cerca de una decena de tracks los que incluye este primer álbum de Cleopatras, donde se mezclan audios de textos recitados en los shows en vivo del cuarteto, un cover de Porque te vas de la inglesa Jeanette, dos composiciones de Levine (Histórico y Tráfico de amor) y varios temas de tecnopop y música disco creados por González en la época que siguió al lanzamiento de La cultura de la basura (1987), como Noche y Palabras altaneras.
Junto a ellos, dos canciones que más tarde serían parte de Corazones, el imprescindible disco de Los Prisioneros de 1990: Con suavidad y Corazones rojos. Sólo éste último fue rescatado para el próximo LP, en una versión primitiva donde el coro cambia el “Hey, mujeres” por “Hey, Cleopatras”.
Cambia, en tanto, otra de las composiciones de González, habla de la metamorfosis artística que vivía el propio músico, cada vez más alejado de los códigos del trío. “De este niño súper estricto y radical que después se libera y empieza a hacer canciones muy femeninas que nunca había hecho”, relata Fresard, voz principal en la mayoría de los temas. “En ese momento Jorge regresa como uno más de nosotros, como familia, ya no es un outsider que nos va a decir ‘por qué no se van del país’”.
En 1991, con el regreso a la democracia, las Cleopatras comenzaron a embarcarse en proyectos por separado. Rivadeneira siguió alternado su carrera actoral en cine y televisión con propuestas de vanguardia -como su célebre performance en el Museo de Bellas Artes en 1992-, mientras que Aguayo dejaba su rol de tecladista de Los Prisioneros para iniciar la banda Jardín Secreto junto a Miguel Tapia. Con todo, cuentan que nunca han perdido el contacto, tal como se puede ver en una reciente imagen publicada en la página de Facebook de Jorge González, con éste rodeado por sus cuatro musas en su momento más complicado.b