El clérigo radical chií Muqtada Al Sadr se decantó hoy por que la coalición gobernante Estado de Derecho presente a otro candidato, distinto a Nouri Al Maliki, como futuro primer ministro para alcanzar una solución política al actual conflicto que vive Irak.
El líder religioso instó a la alianza en el Ejecutivo a "presentar otro aspirante a la jefatura de Gobierno, especialmente después de que Al Maliki anunciara que no renunciará a su candidatura, salvo si el candidato alternativo pertenece a su coalición".
Para Sadr, Al Maliki -actual primer ministro en funciones y líder de la coalición gobernante- no debe ser quien lidere un gabinete que debe encontrar "una solución política" que ponga fin a la ofensiva suní que asuela Irak en el último mes.
Sin embargo, el clérigo sí coincide con Al Maliki en que el nuevo primer ministro debe salir de la alianza Estado de Derecho, al haber sido esta la vencedora de las elecciones legislativas del 30 de abril, en las que consiguió 92 de los 328 diputados del Parlamento.
Esa mayoría simple obliga a Al Maliki a pactar con otras fuerzas políticas en una negociación que presenta importantes dificultades, ya que éstas piden un Ejecutivo de unidad nacional que represente a todos los iraquíes y la salida del actual primer ministro en funciones, de confesión chií.
La espera para la formación de un nuevo Gobierno se antoja larga, como demostró el fracaso de la primera reunión, hace seis días, del Parlamento del país, que debía elegir al presidente y a los vicepresidentes de la cámara.
Negociaciones políticas aparte, continúan los enfrentamientos entre los insurgentes suníes y el Ejército iraquí, que en las últimas horas se saldaron con 115 rebeldes abatidos, según el portavoz castrense, Qasem Ata.
Noventa de ellos perdieron la vida en los alrededores de la refinería de petróleo de Biyi, la más grande del país y ubicada en esta ciudad de la provincia de Saladino, al norte de Badgad.
Ata afirmó además que el Ejército "permanece en la refinería", aunque no dio detalles, como es habitual, del balance de víctimas del lado de las fuerzas armadas.
Veinte extremistas más murieron en la sede de la Gobernación de Saladino, en Tikrit, capital de la misma región, y otros cinco en la provincia de Babel, al sur de Bagdad, añadió el portavoz.
El conflicto iraquí adquirió una nueva dimensión hace una semana con la proclamación por el Estado Islámico (EI), que forma parte de los insurgente suníes, de un califato que abarca desde la provincia siria de Alepo a la iraquí de Diyala.
Precisamente en Siria, el EI ha deportado a unas 150.000 personas que vivían en la provincia oriental de Deir al Zur, limítrofe con Irak, como castigo a su oposición a ese grupo radical, denunció hoy el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El "pecado" de estos ciudadanos sirios fue combatir contra el EI, aunque, según la organización radical, ya han mostrado su "arrepentimiento", que ha sido aceptado, aunque se les ha impuesto más condiciones para permitirles volver a sus hogares: entregar las armas y permanecer fuera de la localidad durante diez días.
El pasado viernes, los ciudadanos y grupos armados que se resistieron al EI durante el avance del grupo radical en Deir al Zur acabaron por jurarle lealtad.
En esa alocución, Al Bagdadi instó a sus seguidores a que le obedezcan, si él obedece a Dios, y a continuar el camino de la "yihad" (guerra santa) porque es "la vía del orgullo".