Quiere que el acullico (masticado ancestral de hoja de coca) se legalice en todo el planeta, pero por ahora, Evo Morales se mostró satisfecho al promulgar ayer una controvertida ley que amplía a 22 mil hectáreas la superficie legal para el cultivo de coca en Bolivia. El gobernante llamó a "enterrar" la antigua normativa vigente desde 1988 que según él buscaba la "coca cero". Pero de paso, reconoció que hay divisiones entre los sindicatos cocaleros, que fueron los que lo llevaron al poder en 2005.
Tras su infancia en Oruro como pastor de llamas, Evo Morales pasó su juventud en Cochabamba, en la zona del Chapare y fue ahí donde surgió como dirigente de los cocaleros. Ya en los 90 y comienzos de los 2000, Evo era el principal líder de la federación de campesinos cocaleros, en ese entonces enfrentados a los gobiernos de Hugo Banzer y Gonzalo Sánchez de Lozada, que con el apoyo de Washington apostaban por la erradicación total de la hoja de coca.
Más de 20 años después de su lucha sindical, con la nueva ley de coca Morales ha terminado de zanjar una vieja deuda y promesa, aunque con su antiguo sindicato dividido en un momento especialmente complejo, dado que el gobierno busca fórmulas para que el Presidente pueda postular a una tercera reelección en 2019.
El propio Evo lanzó una dura acusación contra sus antiguos aliados. "Son verdaderos traidores", dijo, al referirse a los dirigentes de la zona de Los Yungas, aledaña a La Paz, que no asistieron a la ceremonia donde se oficializó la nueva ley.
La nueva norma aumenta la superficie legal de las plantaciones de hoja de coca a 14.300 hectáreas para Los Yungas y 7.700 para El Chapare. Además exime a los productores de coca del pago de impuestos. La nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia vigente desde 2009, ya le había dado a la hoja de coca el rango de patrimonio cultural.
La antigua ley sólo permitía el cultivo legal en 12 mil hectáreas. La idea original del gobierno era legalizar 20 mil hectáreas, 13 mil para La Paz y siete mil para Cochabamba, sostiene el diario Página Siete.
Sin embargo, cuando se conoció el detalle del proyecto, los cocaleros de Los Yungas se indignaron porque según ellos la nueva normativa sólo respondía a una exigencia de los sindicatos del Chapare. Así, en febrero emprendieron una serie de protestas. Producto de estas movilizaciones, el gobierno aumentó el número de hectáreas, tanto para Los Yungas como para el Chapare.
¿Referendo cocalero?
Pero ya era tarde y varios dirigentes cocaleros de Los Yungas no quedaron conformes. Además, un convenio firmado entre los cocaleros y el gobierno de Carlos Mesa (2003-2005) permitía que en el Chapare se cultivaran un máximo de 3.200 hectáreas, aunque en estricto rigor ese compromiso nunca se cumplió.
"Los productores tradicionales rechazamos rotundamente las 7.700 hectáreas que se les ha entregado", lanzó el presidente de la Asociación Departamental de Productores de Coca, Franklin Gutiérrez. Incluso, este dirigente señaló dijo que Los Yungas buscarán un referendo para determinar qué coca se consume más, con el fin de derogar la ley de Evo.
"Ocurre que los cocaleros de los Yungas cultivan una zona tradicional que se usa desde la época de la colonia. Ellos querían 25 mil hectáreas para ellos. Las zonas cocaleras del Chapare nacieron recién a fines de los 80. No es un cultivo tradicional", explica a La Tercera el analista político paceño, Carlos Cordero.
"La hoja de coca difiere en tamaño y sabor. Pero también aquí en Bolivia se dice que el 94% de lo producido en el Chapare termina en el narcotráfico. Eso lo dice la ONU y los propios cocaleros de Los Yungas", agrega Cordero. De acuerdo con la ONU, Bolivia posee 20.200 hectáreas de coca.
En ese mismo sentido, dirigentes de la oposición advirtieron sobre las consecuencias de la ampliación de las áreas de cultivo. El ex Presidente Jorge "Tuto" Quiroga incluso dijo que el gobierno "ha legalizado la producción de cocaína". Pero para Evo, "la hoja de coca se ha impuesto frente al imperio norteamericano".