En la Patagonia Andina chilena existe un lugar que aún es un secreto entre los escaladores. Un espacio perdido entre montañas, ríos y quebradas que, a pesar de lo desconocido, se ha transformado en un verdadero punto de peregrinación para los amantes del deporte aventura alrededor del planeta. Se trata del Valle de Cochamó, ubicado 40 km al sureste de la ciudad de Puerto Montt, y que promete ser la revelación turística de esta región del sur de Chile.

El año pasado llegaron aquí tan sólo tres mil visitantes, la mayoría de ellos extranjeros. Aunque entre los pocos chilenos que se aventuraron a llegar hay una opinión en común: es uno de los destinos más alucinantes y atípicos que se pueden ver en el país. Sobre todo impresiona por las monumentales paredes verticales de granito -algunas tienen más de mil metros- que se han convertido en el objetivo de escaladores expertos de talla internacional. Y el sólo observarlos es todo un espectáculo, en especial cuando desafían la gravedad instalando sus "campamentos colgantes" a cientos de metros de altura.

Pero la escalada en roca es sólo uno de tantos atractivos de este desconocido valle que hasta mediados de marzo goza de la mejor temporada para visitarlo y aprovechar los innumerables senderos de trekking, cabalgatas y el cristalino río Cochamó, que es ideal para la pesca con mosca, rafting o deslizarse en los toboganes de agua que ofrece su cauce. Todo dentro de este valle, transformándolo en un verdadero parque de diversiones natural.

UNA LOCA IDEA  
El Valle de Cochamó seguiría en el más completo anonimato si no fuera por uno de esos extraños amores a primera vista. Daniel Sellinger es un escalador norteamericano que en una visita quedó obsesionado con este lugar y decidió no sólo radicarse en él con su esposa y su hijo, sino que además instaló un refugio para recibir a los visitantes que llegaran. La idea no sonaría tan alocada si para llegar hasta aquí no se necesitara cruzar un accidentado sendero, al que sólo se puede acceder caminando o a caballo. Son más de cinco horas sobre una montura para llegar desde el pequeño pueblo de Cochamó al corazón del valle, por lo que es de imaginar la dificultad que significó traer los materiales con los que construyó su casa-hospedaje.

Sin embargo, y a pesar de las dificultades, Daniel consiguió que el Refugio Cochamó fuera un buen ejemplo de conciencia ecológica: fue hecho sólo con madera de árboles muertos, sin modificar la vegetación existente. Es un espacio con dos habitaciones privadas y una compartida, con capacidad para 18 personas (reservas en www.cochamo.com) de diseño muy acogedor. La habitación privada cuesta $ 25.000 la noche durante febrero, mientras que el alojamiento en la pieza compartida es de $ 8.000 (con desayuno incluido).

Los precios  son   accesibles, hasta ahí todo bien y fácil... Lo difícil es llegar. Lo más recomendable es acceder a los servicios Trekking Cochamó (www.trekkingcochamo.cl) que conoce bien la ruta y cuenta con la logística necesaria para hacer el trayecto.

Ahora, si  no está dispuesto a realizar la travesía al interior del valle, una excelente opción es el Lodge Campo-Aventura, ubicado a tan sólo 500 metros del pueblo de Cochamó. Cuenta con alojamientos de primer nivel y full servicio. Y aunque está orientado principalmente para las exigencias del turista extranjero, también posee un agradable camping a orillas del río. Allí se pueden comprar ingredientes y alimentos de la cocina del logde y acceder a las actividades, como cabalgatas y pesca.

MUNDO DE PIEDRA
"Es increíble estar en un lugar rodeado de enormes muros de granito", comenta Daniel Sellinger a cada visitante, sabiendo que ese ha sido el principal gancho turístico del lugar no sólo para los escaladores, sino que también para los interesados en los paisajes imponentes. Son alrededor  de 21 paredes naturales, entre las que destacan Cerro Capicúa y El Monstruo, con rutas de más de 1.100 metros, especialmente diseñadas para deportistas experimentados.

Para adentrarse en la belleza de Cochamó es necesario incursionar en alguno de sus tantos senderos de excursión. Uno célebre es un recorrido de cinco horas al cerro Arcoiris que se interna en la espesura de la selva húmeda valdiviana, repleta de helechos, trepadoras, inmensos alerces y hongos multicolores, para terminar con una fabulosa vista desde su cumbre.

Desde el refugio también hay cabalgatas para incursionar en el valle, que por sus características y particular belleza ha sido catalogado por los turistas como el "Yosemite de Sudamérica".