El colegio no es un espacio ajeno al consumo y acceso a drogas por parte de niños y adolescentes en Chile. El Décimo Primer Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar, presentado en 2016 por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), advierte que el ambiente escolar y sus alrededores son cada vez más vulnerables a las drogas.
Los lugares en que los escolares declaran tener más disponibilidad y acceso a drogas como la marihuana, son las fiestas y luego los alrededores de la casa. Sin embargo, ambos han disminuido su influencia, pasando de 37,8% a 31,4% de 2011 a 2015, en el primero, y de 25,1% a 23,2% de 2013 a 2015, en el segundo, según datos Senda.
El tercer lugar en que los escolares dicen tener más ofrecimientos es el colegio. Su relevancia pasó de 13%, en 2011, a 17,5%, en 2015. Lo mismo ocurre con la "oferta" en los alrededores del colegio, que elevó su importancia de 9,5% a 12,4% en el mismo periodo.
También es mayor la proporción de estudiantes que ha visto a algún alumno vendiendo o pasando drogas en sus colegios, cifra que subió de 58,7% a 61,7% entre 2013 y 2015. Esta tendencia muestra un alza significativa en colegios particulares subvencionados (de 37%, en 2005, a 62,8%, en 2015) y particulares pagados (de 38%, en 2005, a 58,7%, en 2015).
Los colegios hoy se encuentran tensionados por las drogas. Así lo comprobó en 2016 un estudio del Centro de Desarrollo de Liderazgo Educativo de la U. Diego Portales, denominado Conflictos Socioeducativos y Liderazgo Escolar, que reveló que para los directivos el principal conflicto son las drogas (76,7%). Su consumo, detalla el trabajo, impacta en el clima escolar y la organización del colegio, más que las movilizaciones (68%), la falta de respeto, la calidad docente y la delincuencia (todos con 32%).
Fácil acceso
Junto con el mayor ofrecimiento en el colegio y sus cercanías, también aumenta el porcentaje de alumnos que reconoce que le es fácil conseguir marihuana en sólo 24 horas o menos. Ese porcentaje pasó de 33,8%, en 2011, a 43,7%, en 2015. Y si se observa por tipo de establecimiento, en todos aumenta. Pasó de 35% a 44,8% en los municipales, de 34,7% a 44,7% en los subvencionados, y de 22,3% a 33,8% en los particulares.
Ambos indicadores, tanto los ofrecimientos como la facilidad para obtener la droga, preocupan. Eduardo Vergara, fundador del Observatorio de Políticas de Drogas y Seguridad Humana (ODYSH), cree que hoy para los adolescentes es más fácil acceder a una droga ilegal, como la marihuana, que a una legal. "Es más fácil comprar marihuana que alcohol o tabaco. Además, el poder adquisitivo en los jóvenes ha aumentado y la percepción de riesgo ha disminuido. Es decir, pueden comprar y creen que no es riesgoso", destaca.
En los escolares la percepción de riesgo en el caso del tabaco ha aumentado, de 36% en 2005 a 51,5% a 2015, según Senda. Pero eso no ocurre con la marihuana, que ha descendido drásticamente de 51,3% en 2001 a 21,5% en 2015.
Además, los pares como amigos y compañeros de curso, son quienes más actúan como iniciadores de consumo en los adolescentes. Quienes más les ofrecen marihuana es algún amigo o pololo/a, con 61,1%, cifra que en 2011 era 50,1%.
El acceso a la marihuana se ve facilitado en los alrededores de los colegios y por los grupos de pares que comparten con escolares, dice Nicolás Libuy, psiquiatra de la Unidad de Adicciones de la U. de Chile. "Así como hay mayor acceso disminuye la percepción de riesgo, lo que hace que la disponibilidad se vea facilitada y que vean con menor preocupación el hecho de exponerse al consumo. Pero además, se aprecia una disminución de la desaprobación parental frente al consumo de marihuana. lo que se asocia a mayor consumo", señala Libuy. Los datos de Senda muestran que el porcentaje de escolares que dice que sus padres estarían molestos frente al uso de marihuana ha descendido de 76% en 2001 a 68,4% en 2015.
En las familias y los padres, advierte Vergara, existe a su vez mucho desconocimiento de cómo abordar el tema. "Los adultos jóvenes que son padres de estos niños y adolescentes, no saben qué hacer con sus hijos, creen que llamar a la policía es la única salida".
Lo que se requiere, agrega, es educarlos desde la más temprana edad "para que por decisión propia digan que no, ese debería ser el camino. La labor del colegio y las familias debe ser educar y retardar el primer consumo".
La mirada punitiva no ayuda, resalta el psiquiatra de la U. de Chile. El camino debe ser, dice, educar sobre las consecuencias de su consumo y por qué es necesario evitar o retrasar ese consumo. "Existe una serie de factores protectores, que tienen que ver con actividades recreativas de cualquier orden e instancias de socialización libre de consumo. Además, compartir más tiempo con la familia o con los padres se asocia a menor consumo de sustancias".
"Lamentablemente, en los últimos años se ha transmitido que la marihuana tendría efectos saludables, y eso no es así. Es claramente dañino, especialmente en adolescentes. Pero si se ven personas influyentes que promueven la idea de que será inocua o saludable, genera la disminución de percepción de riesgo", alerta.