Un empate como locales era lo menos que probablemente esperaban los más de 13 mil hinchas de Colo Colo que llegaron al Monumental. A priori sonaba muy mal, pero quizás muchos de ellos salieron  orgullosos de su estadio, luego de la igualdad 1-1 frente a Palestino, conseguida pese a las expulsiones de Emiliano Vecchio y Humberto Suazo, tal vez dos de los nombres más llamativos y experimentados del Cacique. El punto no sirve para acercarse a los líderes, pero sí refuerza la convicción de que, desde hace algunas semanas, será muy difícil superar al cuadro de Héctor Tapia.

Talento insuficiente

El trabajo de Palestino es simple en la idea básica, pero difícil de realizar si un equipo carece de los jugadores adecuados. Pero Pablo Guede los tiene: el cuarteto de Mathías Vidangossy, César Valenzuela, Jason Silva y Esteban Carvajal debe constituir uno de los grupos de mayor talento entre los volantes nacionales.

Hoy, mucho antes de que se produjeran las expulsiones, eran ellos quienes manejaban el balón y creaban ocasiones ante el arco de Justo Villar, pese a los empeños de Esteban Pavez y de Jaime Valdés, sobre todo.

Luego se produjeron las acciones que marcaron la distorsión del partido. Ambas situaciones decididas sin temor por Roberto Tobar, uno de los mejores árbitros de la nueva generación.

Diego Rosende no sabía a lo que se exponía al intentar un grosero tackle sobre Emiliano Vecchio. Si lo hubiera sabido, quizás soltaba de inmediato al argentino, quien optó por sacudirse la infracción con un codazo aún más grosero que la falta del palestinista. Roja para el colocolino y amarilla para el ex UC.

Después la situación se pondría aún más difícil para el equipo de Héctor Tapia, cuando Humberto Suazo bajó a Carvajal. A Chupete no le gustó que Tobar sancionara el foul, pero eligió el peor modo: lo insultó con entusiasmo único. Y se ganó la segunda roja.

A partir de ese instante, a los dueños de casa no les quedó más camino que soportar la diferencia numérica, y para eso Tapia optó por sacrificar a Delgado y enviar a la cancha a Claudio Baeza, tratando de cuidar el campo propio con siete hombres y dejando solo Felipe Flores en al delantera, apostando por una transición rápida y la eventual sumatoria de un volante a alguna maniobra del atacante, con Valdés como la opción más probable.

Poco de eso pasó, sin embargo, pues Colo Colo se replegó en los últimos 35 metros de cancha. Tanto, que finalmente salió Flores y ya no hubo atacantes albos, al menos en términos nominales.

Esa carencia, sin embargo, fue cubierta por el talento extraordinario de Valdés. Es uno de los mejores mediocampistas del país y se las arregló para llegar, casi sin apoyo, hasta un costado del área tricolor. Consiguió una falta, la ejecutó y terminó celebrando un gol, luego del desvío en Vidangossy -el mismo autor de la falta- que hizo imposible cualquier reacción de Darío Melo.

Hasta ese momento, Palestino parecía poco dispuesto a hacer un esfuerzo adicional. Guede enviaba a todos los delanteros de su equipo, salvo Diego Chaves, al campo y poco conseguía. 

La derrota frente a un antagonista con nueve hombres, no obstante, calificaba como bochorno. Por eso, el entrenador de los árabes respiro algo aliviado cuando Leonardo Valencia alargó para Carvajal, cuyo centro desde la derecha encontró a Renato Ramos en el corazón del área para cabecear sin oposición.

Luego su sucederían varias ocasiones para los cisterninos, pero nunca apareció el oportunista que aprovechara la ganga que constituía medirse con un Colo Colo reducido a su mínima expresión.

Al final, incluso, hubo un susto mayor para Palestino cuando Claudio Baeza cabeceó un centro de Beausejour y sorprendió en una mala salida a Melo. El tanto, sin embargo, no fue validado, porque para fortuna de los visitantes, el volante estaba en posición de adelanto. Lamentable para el Cacique, porque era mérito a su atrevimiento: en esa acción, tenía a seis de sus nueve hombres en el último tercio del campo palestinista.

De este modo, los dos equipos coperos cerraron un partido trastornado por la indisciplina, pero que, a pesar de eso, terminó jugándose con una buena cuota de dignidad alba y algo de desidía por un Palestino que tenía armas para lograr un mejor resultado.