El balón de Emiliano Vecchio pega en el vértice del arco de Damián Frascarelli. Iban seis minutos. El Cacique parecía que se despojaba rápidamente de la caída frente a Universidad de Concepción, el martes por Copa Chile. Fue un oasis en partido que no se condice con un equipo que pelea por el título. El gol no se asomó por Macul y dejó a los albos a cinco puntos de Universidad de Chile, a dos fechas del Superclásico.

El golpe que les propinó el Campanil era capaz de hacer olvidar la sólida ruta que comenzaba a levantar el conjunto a Héctor Tapia, luego de las sólidas victorias sobre Antofagasta y Palestino.

Las ausencias de Jean Beausejour (lesión) y Jaime Valdés (resguardo, a esta altura) redujeron el cerebro albo a Vecchio y Paredes.

Después de un tiro ancho del delantero, en el reinicio del partido tras cinco minutos de para porque en la barra local no querían devolver el balón, lo más interesante del primer lapso fue el tapadón de Justo Villar a un remate a quemarropa de Juan Gonzalo Lorca y el remate desviado de Gabriel Rodríguez que surgió del rebote del arquero.

Tapia se quejaba del escaso ritmo que daba el árbitro Manuel Acosta con sus cobros y largas charlas con los jugadores, pero lo más trascendente era que sus jugadores no tenían la pericia para armar jugadas profundas. El escaso aporte de los punteros, con Gonzalo Fierro incluido, era un punto en que el técnico debía poner más atención que al estilo de dirigir del juez.

Al rival, el orden defensivo y los pocos espacios que regalaba en ese sector, le bastaba para hacer incómoda su visita. No tenía mucho más. En ataque ganaba metros a ratos, gracias a la liviana presión que ejercían los volantes de contención albos, que se sumaba a algunos errores en la zaga, que pasaban inadvertidos porque, para su suerte, no terminaban en nada peligroso.

El complemento trajo ajustes. Colo Colo se plantó un poco más adelante y asumió que no venía haciendo lo que se necesitaba para seguirle la pista a la U.

De camarines volvió más incisivo, más consciente de que el reloj le jugaba en contra. Vecchio y Paredes se enchufaron más en sus funciones y instalaron a los suyos más cerca del área chillaneja. En 15 minutos, el Cacique generó más riesgo que en toda la primera fracción. Frascarelli se lo tapó al 30 y Delgado desvió un cabezazo desde inmejorable posición.

En la banca no había mucho más. Sin Bose ni Pajarito, quedaba claro que el plantel es corto, por lo que a esa altura los albos debían arreglárselas con lo que había sobre el césped. Todo lo demás era apuesta. De misteriosa respuesta, además.

Entre medio, Ñublense recordaba que no estaba pintado. Un peligroso cabezazo del ingresado Sebastián Varas era desviado por las yemas de Villar. Al rato, un remate de Jonathan Cisternas pasaba cerca del vértical.

Colo Colo quería y buscaba, cada vez con menos claridad. Ñublense se defendía, pero no se resistía a dar la sorpresa. Impensadamente, la paridad ganaba metros en su solitaria carrera.

El ímpetu del Cacique chocaba contra el cronómetro y la conciencia de que la U se les arrancaba. La claridad se diluía, se intalaba el pánico. El campeonato se les iba. El sueño del bi. Todo dependía de la camiseta, del empuje, la garra. Cualquier cosa, menos fútbol. Y no hubo nada. Es más, el mayor susto surgió de un tiro apenas ancho de Varas.

Cinco puntos le sacó la U a Colo Colo, que ahora ni siquiera puede apelar a su paternidad sobre los azules en el Monumental para que la opción a la corona dependa de los albos. Y, más encima, la próxima fecha visita a la U de Concepción, una bestia negra que dejó secuelas y amenaza con más.