"Eran otros tiempos… Los futbolistas no jugábamos por plata y el público no era violento, nada de violento. A lo más algún puñete y una mala palabra. De ahí no pasaba. Las familias iban completas a los estadios: viejos, mujeres, niños, todos. Usted podía llevar su propia comida al estadio y podía beber alcohol, si quería. No había maldad".
Así recuerda Manuel Colo Colo Muñoz los años en que fue jugador profesional. El próximo 28 de abril, el ex delantero cumplirá 87 años y es uno de los pocos sobrevivientes de la selección chilena que jugó la final del Campeonato Sudamericano de 1955 ante Argentina.
Las palabras del Expreso de Tocopilla aluden precisamente al peor dolor que vivieron aquella noche. Perder en ese partido final, por 1-0 con gol de Rodolfo Micheli a los 57', fue lo de menos. "A nosotros no nos dijeron nada de lo que había pasado. Después del partido nos contaron todo, que la gente se había subido a las rejas, que se había producido una estampida y que la reja se había caído. Hubo seis o siete personas muertas".
¿Cómo se sintieron al saber lo que había pasado?
Muy mal, porque los hinchas era lo mejor que teníamos en esos tiempos. No como ahora. La gente era muy sana y por supuesto que nadie podía predecir algo así. Fue muy fuerte y uno lo sintió en los homenajes posteriores. En esas circunstancias, perder la final fue lo de menos para nosotros.
¿Qué recuerda de ese Sudamericano?
Todo. Fue bonito. Incluso el Presidente de la República nos iba a visitar a la concentración, en la Escuela de Carabineros, ahí en Antonio Varas, que además nos quedaba muy cerca del Estadio Nacional. Nos prometió ayudarnos con algunas cosas y con una casa sin ganábamos el campeonato, pero después nunca supimos nada más…
¿La final fue muy estrecha?
Más que eso, creo que la dominamos, pero Musimessi (Julio Elías) nos tapó todo. Era un tremendo arquero y en 1960 llegó a Chile para jugar por Green Cross. El gol de ellos fue de Micheli, que pateó arrastrado y fuerte al palo de Escuti (Misael)… Igualmente eran selecciones y equipos de puro corazón; yo nunca pregunté cuánto iba a ganar, simplemente cuándo íbamos a jugar de nuevo. Ahora, mi vieja me dice "te imaginas la plata que hubieras ganado ahora". Nos reímos nomás, estamos muy felices acá en Arica.
¿Algún compañero que recuerde particularmente?
A varios, pero sobre todo a Sergio Livingstone (con quien Muñoz compartió en el Mundial de 1950). Él era muy especial, como era mayor que yo y tenía más mundo, cuando llegué a la Selección me dijo "ven pa'acá, negrito. Quédate a mi lado, para que estos tontorrones no te hueveen". Él me cuidaba mucho. Del equipo de la final se pueden decir muchas cosas, pero le sobraba calidad: estaban los hermanos Robledo, Cuá-Cuá Hormazábal, Jaime Ramírez Banda, René Meléndez, Ramiro Cortés, entre otros. Era un equipazo.
¿Qué siente al ser el antecesor de Alexis Sánchez como representante de Tocopilla en el fútbol?
Orgullo, así como sucedió con el Rata Rojas, que estuvo antes que yo en Colo Colo y la Selección. Ojalá no se acabe ahí, que haya más apoyo para la ciudad y para los niños del norte, que haya muchos Alexis. Y ojo, que en Tocopilla, además, éramos muy buenos para el béisbol.
Muñoz vive en Arica desde que se retiró del fútbol, poco después del Mundial de 1962. No se ha movido de la ciudad, que incluso lo declaró Hijo Ilustre pese a no haber nacido allí. "Estoy tranquilo. Tengo una linda familia: un hijo y cuatro hijas, dos de ellas en Santiago", explica, desde su restaurante en la avenida Renato Rocca, junto al estadio Esteban Alvarado. Sí, junto a una cancha de fútbol.