Era una ocasión muy especial para Colo Colo. Jugaba el partido 300 por torneos internacionales y llegaba al estreno en la Copa Libertadores con el impulso alcanzado en el Clausura, donde acumulaba cuatro victorias en línea. Por ese factor anímico, más el empuje de los jóvenes y la experiencia de los veteranos, logró superar por 2-0 a Atlético Mineiro, con lo que se convirtió en el único equipo nacional que sumó puntos en estos primeros compromisos por el certamen continental.
La historia, sin embargo, no comenzó del modo más cómodo para el equipo de Héctor Tapia, que durante la media hora inicial fue dominado por el trabajo tranquilo de los brasileños, quienes llegaron hasta el Monumental (repleto con más de 40 mil hinchas) con la intención de plantarse muy adelante en la cancha, metiendo presión a la salida del local y manejando el balón con criterio y siempre buscando espacios, con particular claridad por parte de los volantes Leandro y Rafael Carioca. Con eso, el cuadro de Levir Culpi sumó al menos cuatro ocasiones de anotar en eso 30 minutos, en los pies de Yemerson, Patric y Jo, aunque siempre fallando en el instante final.
En contraste, los albos tuvieron en Juan Delgado su agente más entusiasta, apoyado por Jean Beausejour, pero siempre con poca compañía, o más bien tardía, cuando inquietaba el área mineira.
En eso estaban, con más control por parte del visitante, cuando Felipe Flores se atrevió a disparar desde 35 metros. Pareció un tiro de inútil ambición y hasta el propio delantero se sorprendió cuando vio como el pique del balón engañó al arquero Víctor y se coló en el arco de O Galo.
Energía justa
El tanto fue el golpe anímico preciso para que Colo Colo renovará su entusiasmo, y tanto, que a los 44' una combinación entre Paredes y Humberto Suazo dejó al ex Santiago Morning de frente a Víctor, pero su tiro alto rozó el travesaño y se fue por el fondo. Al centro del área, Delgado recriminaba a Paredes, pues el joven alero entraba sin marca y con un pase medianamente bueno ya le alcanzaba para anotar.
De este modo, con el marcador a su favor y mayor dominio del juego, Colo Colo se fue al descanso.
En la reanudación, pareció que los albos se echaban un poco atrás, como esperando la reacción del conjunto de Belo Horizonte, que, a pesar de contar con algún grado adicional, careció de profundidad y contundencia, con Jesús Dátolo como ejemplo palmario de ineficiencia.
Si algo se puede destacar en este Colo Colo es precisamente lo contrario: sabe cómo resolver, aunque muchas veces parezca algo desprolijo en términos tácticos. Tiene talento para resolver y ayer lo demostró en el segundo tanto, cuando Delgado tocó para el desborde de Beausejour. El ex Wigan metió un centro preciso para hallar la cabeza de Paredes, casi en la boca del arco. Golazo por la gestación y premio a los merecimientos del Cacique.
Culpi trató de reaccionar de algún modo con sus cambios. Sacó a Rafael Carioca, algo agotado y ya con tarjeta amarilla, y también a Jo, de pésimo nivel y quien demostró porque no anota un gol desde abril del año pasado. Los reemplazantes, en todo caso, no aportaron lo suficiente como para alcanzar al menos un descuento.
Tapia contrarrestó con un cambio algo conservador, pero inteligente: envió a Emiliano Vecchio a la cancha, con la finalidad de acrecentar la posesión, evitando así que el rival presionará demasiado a la zaga propia (sin Julio Barroso desde el descanso, por lesión).
Y lo logró. A cinco minutos del cierre optó por aumentar las precauciones: sacó a Flores, quien salió ovacionado, y puso a Claudio Baeza. Había que cerrar el marcador, había que demostrar que Colo Colo sí está preparado para ser, por ahora, protagonista en la Copa que tanta satisfacción le ha dado.