FICHA

Colo Colo (0): A.Salazar 5; F.Campos 5 (61', P. Morales 4), J. Barroso 5, F. Meza 5; L.P. Figueroa 3 (61', J. Véjar 4), C.Baeza 5, E. Pavez 4, G. Suazo 5; J.Valdés 4; O. Rivero 4, E. Paredes 3 (81', I. Morales -). DT: P. Guede 4.

Palestino (0): D. Melo 5; D. Oyarzún 5, E. Luna 5, B. Vidal 5, E. Carvajal 5; A. Farías 6, D. Torres 5; J. Silva 4 (52' F. Mazurek 4), F. Carmona 4 (72' M. Sandoval 4), L. Valencia 6; R. César 5 (55' R. Paredes 4). DT: G. Cavalieri 6.

Árbitro: Carlos Ulloa (5). Amonestó a Meza, Valdés (CC); Melo, Luna, Paredes (P).

Estadio Monumental: asistieron 31.780 personas

En cursiva, jugadores juveniles

A Colo Colo le cuesta demasiado ganar. Las dudas que muestra el equipo en la cancha se traslada a las tribunas del Monumental, donde no saben si aplaudir o quejarse. Porque con el 0-0 ante Palestino, los albos alcanzan la punta del Clausura, pero con la ventaja mínima. Insuficiente para abordar con calma la recta final del campeonato.

Lo peor para el Cacique es que también le cuesta generar jugadas reales de peligro. Le pasó durante todo el partido, donde el orden y la dinámica de los árabes complicaron de sobremanera a los pupilos de Pablo Guede, quien como nunca contaba con buena parte de sus figuras, salvo el portero Justo Villar.

En ese sentido, Guede le metió mano al equipo. No sólo por la archicomentada titularidad de Álvaro Salazar en el arco, en desmedro de Paulo Garcés. El DT juntó en el centro del campo a Claudio Baeza y Esteban Pavez, como en los mejores tiempos de Héctor Tapia en la banca. Dejó a Jaime Valdés más cerca de los delanteros y con eso, obviamente, buscaba tener el control total del juego.

Efectivamente, cuando Pajarito tomó la pelota con espacio, se transformó en el gestor del ataque local. El problema es que pocas veces el volante disfrutó ese privilegio. La marca escalonada de los volantes de Palestino funcionaba a la perfección. La visita, eso sí, no llegó al Monumental sólo a defenderse. Germán Cavalieri le cambió la cara a sus jugadores y engranó una escuadra más que interesante.

Valencia, Renato César y Fabían Carmona, más el desdoblamiento constante de Farías, se volvieron un dolor de cabeza para la zaga popular. Cuando fue exigido, Salazar respondió con solvencia, cuyo nerviosismo por debutar en el Clausura se notó únicamente cuando debía jugar con los pies. Con el correr del duelo, se afirmó.

Esas mismas dudas dejó Darío Melo en el otro extremo de la cancha. Un mal despeje del portero terminó con una falta penal del mismo Melo sobre Baeza. La ventaja estaba en los pies de Paredes, al filo del descanso. Y el artillero de Macul elevó increíblemente.

En el complemento se cumplió la promesa de Cavalieri. Palestino salió sin miedo y por momentos obligó a Colo Colo a jugar al contraataque. Tal era la molestia de Guede, que volvió a mover sus piezas. Sacó a un opaco Luis Pedro Figueroa y colocó a Brayan Véjar para ganar velocidad por la derecha. Y se la jugó con la salida del defensa Felipe Campos, para sumar control y un pelotazo certero en el medio, con Pedro Morales.

El partido se abrió. A cada minuto se volvía más entretenido y, a la vez, más emotivo. El empate les servía a los blancos para quedar como exclusivos punteros, pero con el orgullo herido por perder la opción de sacar una ventaja de tres puntos sobre sus escoltas, con sólo tres fechas por jugar. Y Guede otra vez sorprendió, porque en los últimos 10 minutos prefirió sacar a Paredes y darle una oportunidad al juvenil Iván Morales. El Monumental entero quedó con la boca abierta.

No era un problema de delanteros, sin embargo. La confusión, como ocurrió durante todo el partido, estabe en creación. Colo Colo cayó en la tentación de los centros. Desde la derecha y desde la izquierda. Ganó algunos tiros de esquina, pero nada más.

La igualdad es buena para el Cacique, sí. Para mirarlos a todos hacia abajo y sólo tener encima la posible estrella 32. No ayuda en nada, eso sí, a la hora de despejar dudas de un cuadro que al inicio del Clausura parecía campeón seguro. Colo Colo sigue dándoles vida a sus rivales. Bueno para el torneo, malo para los fanáticos albos, que, ya está dicho, no saben si aplaudir o reclamar.