Es curioso lo de Tite y Brasil. La canarinha ya no apuesta por el juego atractivo hace mucho tiempo. Sigue impregnado en sus genes, no hay duda, pero el estilo en cancha no invita a maravillarse.
Tite continúa con este estilo. El pragmatismo inunda su idea de cómo debe ser el juego de Brasil. No obstante, y a diferencia de Luis Felipe Scolari y Dunga, ahora la verdeamarela sí gusta, sí atrae. En su estilo, con su juego.
Y sus pupilos han adoptado esta ideología como suya. Creen y se han comprometido con ella. Ayer lo demostraron frente a Colombia, que en su casa, en el infierno de Barranquilla, apenas le rescataron un punto.
No fue el mejor Brasil, pero aun así fue superior. Tuvo trabajo Ospina, que se alzó como una de las figuras del equipo. James Rodríguez, que regresaba a la titularidad, no gravitó.
Terminando el primer tiempo Willian le daría a su selección el premio que merecía. Desde la esquina del área grande remataríade manera inalcanzable para el portero de Arsenal. Podría haber supuesto el desplome de los colombianos.
Todo lo contrario. Si bien al incio del complemento, los visitantes estuvieron más cerca de aumentar la ventaja, una buena jugada jugada creada por James, centrada por Arias y rematada con la cabeza por Falcao a los 56', decretaba un empate valioso para los cafeteros.
Tras eso, cada escuadra intentó buscar el desequilibrio, aunque sin arriesgar demasiado. Colombia no podía permitirse perder aquel punto, mientras que a Brasil le sobran. Una paridad que deja a ambos felices.