El jueves 2 de diciembre de 1993, Pablo Escobar se despertó poco antes del mediodía, como solía hacerlo. Era el fugitivo más buscado de Colombia y se encontraba escondido en una pequeña residencia de dos pisos muy cerca del Estadio Atanasio Girardot en Medellín, acompañado únicamente por "El Limón", su fiel guardaespaldas. El día anterior había cumplido 44 años y lo celebró con marihuana, torta y un poco de vino, según el libro Matar a Pablo Escobar, de Mark Bowden. Durante esas dos jornadas, el líder narco realizó varias llamadas a su familia que terminaron costándole la vida. Tras interceptar uno de esos diálogos, las fuerzas colombianas obtuvieron su localización e irrumpieron en su refugio. Escobar murió de tres tiros, arriba de un tejado y descalzo.

A 20 años de la muerte del jefe del cartel de Medellín, en Colombia aún no olvidan a Escobar ni mucho menos. Series televisivas como El Patrón del Mal o los "narco-tours" para conocer las viviendas y guaridas del capo han sido grito y plata. Pero Colombia ha cambiado mucho desde esa época oscura, cuando era una suerte de "país paria". Reflejo de esto fue la renuncia en 1982 a organizar el Mundial de Fútbol de 1986, tanto por la inseguridad como por la precaria infraestructura. Hoy, el país sudamericano tiene una de las economías más pujantes de América Latina, con un crecimiento de casi 4% en 2013. Y, además, lleva años tratando temas que antes eran "intocables", como el narcotráfico, la guerrilla y la seguridad.

Según el gobierno, en los últimos tres años 2,5 millones de colombianos han salido de la pobreza y 1,3 millones de la pobreza extrema. Además, se han creado 2,3 millones de empleos, aunque el desempleo permanece alto (10%). Es un claro indicador de cómo ha cambiado el país tras la era de Escobar -que provocó al menos 5 mil muertes de acuerdo con la revista Semana-, hoy el ingreso per cápita se ubica en US$ 11.000. En 1987 era de US$ 1.159 y en 1993 de US$ 1.580. Pero el área donde más se percibe el cambio es en la seguridad, más allá de las acciones de la guerrilla, que está en proceso de diálogo con el gobierno.

MENOS NARCOS

En la Colombia de los 80 los autobombas, secuestros y matanzas eran habituales. Pero esto cambió de manera radical. El cartel de Medellín sufrió su ocaso tras la desaparición de Escobar. Lo mismo ocurrió con el cartel de Cali. A mediados de los 80 y 90 los ingresos por narcotráfico representaban casi el 7% del PIB colombiano. Hoy, el tráfico de drogas es menos del 1% de la economía nacional. A fines de los 90, la participación de Colombia en la oferta mundial de cocaína era del 96%, mientras que en 2010 bajó al 51%. Todos estos logros comenzaron a forjarse durante la era de Alvaro Uribe (2002-2010).

De acuerdo con el diario El Tiempo de Bogotá, en los últimos 30 años el narcotráfico provocó 20 mil víctimas. De éstas, 5.200 son policías. Entre 1987 y 2010, Colombia gastó US$ 10 mil millones para combatir al crimen, mientras que la estrategia de las autoridades colombianas para frenar a los narcos posibilitó la captura de 831.832 personas por tráfico de drogas, decomisar 187 toneladas de cocaína y reducir de 162 mil a 47 mil las áreas de cultivos de coca.

Según cifras de la policía colombiana, en 2012 hubo 14.670 homicidios, una cifra alta que representa 31 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Si se compara con 1986 (15.745 asesinatos, 48 por cada 100 mil) es todo un avance. En Honduras, el país con la más alta tasas de homicidios, cada año mueren 85 personas por cada 100 mil.

También han disminuido los secuestros. En el 90% de los municipios del país no se han registrado plagios. En 2012 sólo se registraron 305 casos, mientras que a comienzos de los 90 superaban los 1.700. En un artículo con motivo de los 20 años de la muerte de Escobar, la revista Semana explicó: "Escobar surgió en un momento de quiebre de la sociedad colombiana. La economía estaba en picada y los dólares de los narcos le venían bien al mercado. La figura de Escobar como representación del mal opaca a otros que le sucedieron y cuya crueldad es equiparable. Carlos Castaño (jefe paramilitar) pudo ser más asesino que Escobar, pero fue Escobar y no Castaño quien puso al establecimiento de rodillas".