Hacer equipo nunca ha sido fácil, ni para un empresario, un gerente, un obispo ni menos para un entrenador de fútbol. No se puede realizar un trabajo efectivo si no se plantean primero los propósitos, los objetivos, las prioridades y secuencias lógicas. Paco Sánchez, lateral derecho de Cobresal, ante la afirmación de un periodista sobre el factor sorpresa que le estaban dando al campeonato, respondio brilantemente: "Sería sorpresa si no trabajáramos". Esto es convicción en sus medios revestida de una alta autoestima.
El acto de prometer lo han realizado íntimamente como equipo y la promesa surte efecto cuando se hace. Trabajar no es hacer cosas sino que cumplir promesas. La vida de estos jugadores y su cuerpo técnico no tiene sentido si no hay promesas. Si no, hace rato se habrían quedado sólo en las buenas intenciones.
En el Salvador se sobrevive. En medio del desierto la vida es complicada para el hombre contemporáneo. La soledad la transforman en muchedumbre con los mismos rostros que se cruzan en la cotidianeidad de los días. Con sus familias han creado un lazo indisoluble de poder algún día romper con la historia predestinada sólo para los grandes, aquellos de las grandes urbes.
Hoy Cobresal, cual David, ha derrotado a los Goliat, a Colo Colo entre ellos. Saben lo que buscan porque saben lo que sienten. No se han quedado en un estado embrionario, como sucede siempre con los mal llamados equipos chicos. Ya no están motivados sólo por curiosidad ni por la sed de novedad. Para ellos es un campo propicio para llevar a cabo sus sueños de éxito y de convertirse en una mercancía rutilante. Su verdadero yo, espíritu y alma, está completamente libre del egocentrismo. Son inmunes a la crítica, no le temen a ningún desafío y no se sienten inferiores a nadie. Son humildes y no se sienten superiores a nadie.
Ahora viene la recta final. Lo técnico, lo físico y lo táctico no servirán de nada si lo sicológico no coincide en el momento de la competición. Hacer equipo es el lema…Hasta para caminar en el lodo.